¡Perdimos todos!

Louis Pasteur (químico y biólogo francés) decía: “Dos leyes parecen estar luchando hoy entre sí. Una es una ley de sangre y de muerte que imagina sin cesar nuevos medios de destrucción y obliga a las naciones a estar constantemente preparadas para el campo de batalla. La otra es una ley de paz, de trabajo y de salud, que desarrolla nuevamente nuevos medios para librar al hombre de los males que le asedian”.
¿Cuál de estas leyes cree usted que se aplicó en Cochabamba?, ¿qué ganamos hoy a más de dos semanas de los conflictos desarrollados en Cochabamba?, me uno a lo que la analista María Teresa Zegada le dijo a la Red Bolivisión en una entrevista cuando al ser interrogada sobre “¿quién ganó en los conflictos sociales desarrollados en Cochabamba? indicó: “perdimos todos”, y efectivamente esa visión es cierta, perdieron los familiares de aquellos dos ciudadanos que fallecieron en estos enfrentamientos, perdió el Gobierno el apoyo de la clase media, perdimos el sentimiento de bolivianos, perdió la ciudad porque se realizó terrorismo contra bienes públicos y privados, perdió el Alcalde porque quedó más “quemado” que la prefectura al apoyar políticamente a los movimientos sociales a costa de un supuesto apoyo a su gestión que al final no se dio, perdió el Prefecto porque la propuesta de referéndum y su visión política del conflicto no lo llevaron a nada, perdió Bolivia porque el país esta divido en diversos sectores y hoy más que antes se discrimina, se odia y se espera venganza, perdió el Gobierno porque se dio cuenta que no pudo tumbar a fuerza de movilizaciones a los Prefectos de la oposición, perdimos todos porque fuimos parte (ya sea por uno u otro bando) de esa locura irracional que ocurrió el 11 de enero de 2007.
El país se debate entre dos extremos, por un lado el radicalismo indígena del Presidente y por otro el neo liberalismo impuesto por anteriores gobiernos que no desea perder su injerencia, en ambos casos perdimos todos ya que los extremos son dañinos en todo. La salida para Bolivia se presenta en el equilibrio, un ámbito poco explotado por el país ya que siempre hemos preferido la confrontación y el bloqueo antes que la tolerancia y la colaboración.
Uno de los resultados de estos sucesos es que cada ciudadano de este país ha perdido su nacionalidad, ya no consideran a Bolivia como su hogar, todos hemos asumido una posición ya sea a favor o en contra de los hechos que ocurrieron en la capital del Valle, unos son cambas, blancoides, liberales y los otros son collas, originarios y pro socialistas, pero ninguno se acuerda ya de ser boliviano.
¿Qué sucede cuándo un hijo se siente mal en su propio hogar?, ¿debe irse?, ¿debe luchar con sus hermanos para quedarse?, ¿debe imponer su voluntad a la fuerza?, ¿cómo debe de actuar ahora esta familia que se llama Bolivia?.
Muchas cosas se han roto el 11 de enero de este año y seguramente que tardarán años en sanar las heridas y que las consecuencias no solo quedarán ahí sino que recién podremos ver otras que están por surgir. Hemos peleado entre hermanos, hemos dañado a nuestro hogar que es Bolivia, hemos dejado de lado lo que nos une y solo quedó lo que nos separa.
Es preciso que en este momento se dejen de lado las imposturas e inmadureces políticas que siempre han perjudicado a este país para asumir un nuevo reto que no se incline a ningún extremo y que más bien pueda consolidar las dos visiones que existen en el país, buscando no un Estado Socialista ni un Estado Capitalista, buscando una Bolivia unida y libre de dogmas políticos en la que los hermanos puedan vivir en paz y armonía, trabajando con estabilidad para lograr un desarrollo humano que nos permita vivir felices y en paz.
Finalmente me permito reproducir otro dicho famoso, esta vez de Johann Wolfgang von Goethe (poeta alemán) quien decía: “El hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar”, recuerde mi querido lector, nuestro hogar es: Bolivia..

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