Viviendo en el despelote


Las autonomías de Santa Cruz, Pando y Beni bien pueden catalogarse de ilegales pues en estricto derecho no corresponden, lo propio se puede afirmar de la Constitución Masista. Un extremo o el otro solamente reflejan el despelote en el cual vivimos y el que – por lo visto – ya estamos acostumbrados a soportar.
El mundo ha optado por avanzar pero nosotros seguimos de contreras intentando dar marcha atrás, o peor aún nos ubicamos a un lado del camino y nos venimos sacando la mostaza entre nosotros desde hace tiempo ya.
Los cívicos piensan que con autonomía el país se convertirá en un paraíso, cosa que por lógica es irracional porque para el desarrollo lo que se requiere es plata y eso no viene solo de un sistema de descentralización. Los masistas, que por el contrario vienen nadando en el dinero estatal, no tienen la visión de otorgar estabilidad y promoción al aparato productivo nacional por lo que en el momento en que los petrodólares se terminen, su mágico edén económico terminará también.
La sociedad boliviana ha perdido la cordura, ha dejado de lado la idea de desarrollo que prima en el mundo y ahora se contenta con mirar cómo la política relega cada vez más a la economía a costa del neopopulismo y se alimenta del morbo que cada vez nos hace pensar que estamos a punto de caer al abismo.
Pero el neopopulismo no solo es cosa de Evo o Chávez, también el “Gobernador” Rubén Costas fue víctima de él al ofertar alegremente un salario de Bs. 1000 como base mínima alegrando a todos los cruceños quienes ignorando que la plata no se regala le aplaudieron hasta muy entrada la noche. Por otro lado Evo Morales promociona en todos los medios de comunicación que con sus nacionalizaciones cumple y de un plumazo está poniendo todo en orden, olvidando también la imagen que como país dejamos y por supuesto la poca estabilidad que otorga internamente.
Ni Morales con sus nacionalismos ni Costas con sus ofertas podrán sacar al país del escollo en el que se encuentra porque para siquiera poder ubicarnos del lugar en el que estamos será preciso hacer un alto, mirar nuestra miseria, buscar en nuestros bolsillos y empezar a trabajar en la búsqueda de un bienestar que nada tiene que ver con el desenfrenado capitalismo ni con el Socialismo del siglo XXI.
En los hechos tenemos a ciudades contra campo, a cambas cada vez más alejados de lo que es Bolivia, a la gente cada vez más preocupada por el alza en el costo de vida, a cientos de campesinos que a rajatabla apoyan al Presidente pero no saben siquiera una línea de su Constitución, a ciudadanos de clase media que temen por sus propiedades, a unos y otros enfrentados en una Bolivia que está estancada en el anonimato del subdesarrollo y solo es noticia cuando la crisis nos golpea fuerte.
Piense mi querido lector, vea a su alrededor… Bolivia cada vez menos país y más despelote.

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