Debemos dejar de odiar


Quizás el lado más negativo del actual Gobierno es la barrera de odio que se ha impulsado entre las y los bolivianos, a buen tiempo de gestión masista en Bolivia ya no somos bolivianos, somos cambas, collas, chapacos, oligarcas, ponchos rojos, indios, k’aras, oficialitas u opositores.
Esta muralla de odio ha divido al país y ha sido más que ratificada con los resultados del referéndum constitucional, por un lado la Media Luna y por otro el occidente del país (con las salvedades de las votaciones entre ciudades capitales y campo), unos por el No y otros por el Sí.
El recelo, la inseguridad y la bronca hacen mella cada vez más en cada uno de los bandos que se han formado en el país, incluso se habla de una “generación de odio” entre niños y niñas (del campo y la ciudad) que ven en sus padres la rabia y manifestaciones de discriminación con la que ahora vive la sociedad boliviana.
Hemos olvidado que más lejos de las diferencias que tenemos entre unos y otros se encuentra la unidad de las y los bolivianos que deseamos un país próspero y estable, un buen lugar donde vivir y poder garantizar un futuro a nuestros hijos.
Debemos dejar de odiar como primer paso a la estabilidad, es preciso que podamos reflejar un mensaje de paz y unidad en torno a ideales supremos como los Derechos Humanos, la igualdad, la inclusión, el derecho al trabajo y la remuneración justa, derecho a la salud y la seguridad social, a la educación de calidad, a la libertad de prensa y por supuesto a la independencia de pensamiento.
El primer responsable de iniciar este mensaje de unidad y de dejar de lado el odio debe ser el Presidente de la República, Evo Morales, quien hasta ahora en muy pocas ocasiones (podríamos contarlas con los dedos de una mano)ha manifestado mensajes de unidad exentos de odio. Es responsabilidad del Presidente enviar hoy más que nunca un mensaje de tranquilidad a la población, un mensaje que ratifique lo que la Nueva Constitución sostiene en papel, el respeto pleno a la propiedad privada, a la educación según determinen los padres, el ejercicio pleno de la autonomía por parte de las regiones, el buen aprovechamiento de los recursos naturales, el respeto a las creencias religiosas y la igualdad de todos los habitantes de Bolivia, en todos estos casos el mensaje debe ser claro, de modo tal que su existencia no se quede únicamente en el papel, sino que vaya al pragmatismo de la vida diaria de todos los ciudadanos y ciudadanas del país, sean estos blancos, mestizos, negros, masistas, podemistas, cívicos, etc.
Esperemos que el Presidente envíe de forma urgente este mensaje y que en los hechos su Gobierno refleje tal accionar, sin avasallamientos y con diálogo, con pactos profundos, con respecto al ser humano y cuidando la estabilidad del país.
El año 2004 ya el Cardenal Julio Terrazas mencionaba en un mensaje ante 40.000 personas en el Tahuichi Aguilera de Santa Cruz: "Todos debemos pedir amistad más que un pacto coyuntural que resuelve unos problemas y provoca otros. Queremos auténtica amistad con el respeto a la dignidad de cada una de las personas y de cada grupo. El respeto y el diálogo entre nuestras culturas no dejará que Bolivia sea manejada por unos cuantos".

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