A la Boliviana


A inicios de la semana el Vicepresidente de la República había afirmado que se aprobó la Ley Electoral “a la boliviana” haciendo alusión a los conflictos, peleas y revuelos vividos en este proceso.
Este comentario me dejó curioso toda la semana respecto a lo que consideramos hacer las cosas “a la boliviana”. Tras un breve sondeo y coincidiendo con la imagen que proyectamos las y los bolivianos, me encontré con que “a la boliviana” implicaba cosas tanto positivas (las menos) como negativas (lamentablemente las más).
En este contexto es parte de actuar a la boliviana ser impuntual, en un promedio que oscila generalmente los 5 a los 30 minutos, y que esto llega al extremo de la tradición cuando en cualquier reunión que desee empezar a cierta hora se convoca con media o una hora de antelación cosa de que la gente acostumbrada a la hora nacional llegue a tiempo. También es muy propio del país el exceso con alcohol, cigarro y comidas en las fiestas, cosa que trata de ser aminorada con comentarios tan típicos como “menos mal que sólo es una vez al año” pero que sumando los días somos más carnavaleros que los mismos brasileros. Otro aspecto a mencionar es la “viveza criolla” emparentada con muchas cosas, entre estas el aspecto laboral, que va desde llevarse a casa un clip o unas cuantas hojas de papel hasta inventar historias para no ir al trabajo o escapar de éste. El respeto a las normas de urbanidad es también un ausente en nuestra nación pues bien puede un hijo de vecino escupir o depositar cosas de mal olor en todas las calles del país (sobretodo en festividades). Dentro el peor aspecto también va la ignorancia nacional reflejada en la incultura de la inestabilidad que se muestra en los bloqueos y marchas, en la quema de puestos de control, en la intolerancia desmedida, hasta extremos mucho más terribles como ser los tratamientos dizque “originarios” que en muchos casos resultan dañinos para la salud (beber pociones peligrosas, usar ungüentos de quien sabe que, emplear ladrillos calientes para todo y nada, etc.) o incluso más horrendo aún las continuas violaciones o asesinatos que se presentan con regularidad. De igual forma valga la pena mencionar el grado de eficacia y efectividad que ostentamos las y los bolivianos, nos decimos trabajadores pero… ¿realmente lo somos?, ¿cuánto re-trabajo debemos de realizar?, ¿cuántas veces nuestra labor está bien a la primera?, ¿cuán detallistas y cuidadosos somos sin que sea necesario llamarnos la atención? Finalmente no podían faltar los políticos que (como en otros lados) tienen un alto grado de corrupción y un bajo grado de confiabilidad y trabajo por sus regiones, con índices de negociados y cuoteos alarmantes y siempre en conflicto (porque lo político es más que lo económico o lo social).
Todo este contexto es poco para resumir la serie de taras en las que vive nuestro país y en las que estamos muy acostumbrados a desarrollarnos.
Por el lado “positivo” (nótense las comillas) vivir a la boliviana es considerado altamente positivo ya que comemos y bebemos bien y barato (en relación a otros países), tenemos hidrocarburos subvencionados, en muchos lados se trabaja sin realmente hacerlo (marcar tarjeta y luego escapar o comer mientras los clientes esperan) pero obviamente existe una puntualidad inglesa para cobrar el salario, también nos consideran buenas gentes, no reclamamos y somos más bien callados, apuntando en esto al ridículo de que cuando nos tratan mal o algún amigo o compañero de trabajo se equivoca preferimos callar porque es más fácil hacerlo, porque preferimos la frase sacramental: “para qué voy a hacer lío”, olvidando que este conformismo (vigente en todo lo que tiene Bolivia) hace que tengamos malos trabajadores, malos hoteles, mala atención al cliente, ,mal transporte público, y una serie de factores que existen debido a que nosotros los toleramos.
Eso, al parecer y en un breve sondeo de opinión, resume parte de lo que es “vivir a la boliviana”, francamente al paso al que vamos más nos aproximamos a “sobrevivir a la boliviana”.
Evidentemente Bolivia es un país maravilloso, con montañas, valles y llanos con ingentes riquezas ¿qué falla entonces?... pues al parecer el factor humano, usted, yo, sus vecinos y mis vecinos, lamentablemente todos ya acostumbrados a la mediocridad nacional.
Valga la pena lanzar la reflexión para tratar de cambiar esto empezando por casa.

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