Los seis goles de la Selección


El pasado miércoles el patriotismo retornó del destierro en el que se encontraba, después de mucho tiempo los cambas, collas, masistas, opositores, evistas, ricos y pobres fueron bolivianos y bolivianas. Y la cosa no era para menos, habíamos derrotado por 6 a 1 a una de las mejores selecciones del mundo, ex campeón mundial y con un cúmulo de estrellas que en cifras significaban una enormidad en relación al modesto combinado nacional.
Con altura o sin ella, Bolivia jugó mejor, presionó como se debía y metió los goles que se podían, la cosa pudo ser más si el arquero argentino no jugaba un muy buen partido salvando su pórtico en reiteradas ocasiones.
Alegría y mucha esperanza desbordó el corazón de millones de bolivianos y bolivianas quienes vieron en once jugadores a la unidad perdida en los últimos años.
Que ganaron en una tarde más que muchos de nosotros en todo el año, seguro, y por mucho que se critique es lo correcto, cuando las cosas se hacen bien y se obtiene la calidad que tuvimos en el Hernando Siles el pasado miércoles se debe de respetar lo ganado, como dicen “al Cesar lo que es del Cesar”.
A pesar de todo este encandilamiento de emociones seguro que nos dejará también un mal sabor de boca el hecho de que el nacionalismo boliviano (no aymara ni nacionalista camba) solamente surja cuando ganamos un partido de fútbol.
Y es que el patriotismo y el nacionalismo surgen mucho cuando las cosas marchan bien, los gringos, los canadienses, los japoneses, los australianos, los suizos y muchas otras naciones desarrolladas se identifican mucho con su marca país en función a que las cosas les salen bien, son productores de mil cosas, punteros en tecnología, en deportes, en calidad de vida y en un sin fin de temas que hacen que en suma ellos se sientan nacionales.
Para muestra basta el botón del 6 a 1, el miércoles la gente gritaba a voz en cuello que eran bolivianos, ¡Viva Bolivia!, éramos ganadores y todos quieren ser ganadores, entonces por ese instante fuimos nacionales. Atrás quedaron los actos cívicos en los que los niños cantan a voz en cuello el himno nacional y los padres apenas abren el pico, casi hasta pareciera que estuviesen avergonzados de su himno.
Y es que usted también puede meter seis goles significativos a favor de su país, usted bien puede hacer cosas que apoyen el desarrollo de su pueblo y esto es algo que hay que valorar.
Sólo imagine que usted fuese puntual, trabajara bien (cero errores), respetase los derechos humanos, exigiese respeto a la libertad de prensa, fuese disciplinado (incluso vencer sobre los vicios de beber o fumar), fomentare de alta forma la ética y fuese un ejemplo de conducta para sus hijos e hijas. Sólo ponga en la mente que todos los bolivianos fuésemos así, que no existieren micreros que paran donde les dé la gana, que los taxistas no manejan como si el diablo les persiguiera ignorando semáforos y niños, que las instituciones públicas tuviesen funcionarios educados y altamente capacitados, que sacar una cédula de identidad o la licencia de conducir fuese cosa de ir y no tardar más de media hora en todo el papeleo burocrático gracias a la tecnología, que no fuese necesario arrebatarse cada fin de semana por temor a que no haya gas vehicular, diesel o gasolina, que la policía fuese impecable y cero corrupción, que nuestros políticos fuesen académicamente formados y éticamente demostrados, que nuestros mercados no fuesen basurero de cosas usadas (ropa y vehículos transformados entre otros), que los comerciantes también facturaran y jugasen en igualdad de condiciones que aquellos que están en un supermercado o un centro comercial, que nos diesen factura hasta por un chicle sin necesidad de tener que insistir “¿y mi facturita?”, que la oposición fuese preactiva y no destructiva, que el Gobierno fuese más democrático y se fundaré en un estado de derecho y no en una democracia morbosa sustentada en presiones de grupos afines a su ideología, en fin, que muchas pero muchas cosas cambiaran.
Para esto se deberán de repensar nuestras actitudes, como padres, madres, hijos e hijas, primos, tíos, funcionarios públicos, transportistas, profesores, estudiantes, comerciantes, trabajadores, empresarios, en suma todos los ciudadanos del país, porque todos podemos convertir también nuestros propios goles en favor de este país.
Intentar no cuesta nada ¿cierto?

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