El Bicentenario


A principios del siglo XIX en nuestra capital de la República – Chuquisaca – se daba el puntapié inicial de la independencia de América Latina, más allá de toda la historia quedan flotando en el aire preguntas como ¿somos realmente independientes?, ¿en qué medida avanzamos en estos 200 años de independencia?, ¿qué logros tuvimos como Latinoamérica en estos 200 años?
La cosa se torna harto difícil de responder bajo la lógica de que Bolivia es desde ya un sitio complejo en muchos aspectos y no podía estar excluida de esta complejidad la celebración del bicentenario. A decir de muchos cuando se pretende comprender la política boliviana: “si se entiende la política en Bolivia, entonces no se entendió bien”.
Avanzando en orden podemos afirmar que – como la mayoría de las revoluciones – los verdaderos caudillos de este movimiento fueron los integrantes de las clases medias, así también fue en esta ocasión histórica con los Criollos.
Las crisis europeas bien se reflejaban hace 200 años en esta parte del mundo, Napoleón pretendía intervenir en América mermando la influencia española, en Portugal su reina (Carlota de Borbón) se trasladaba a Brasil para mantener su seguridad respecto a la arremetida francesa, a esto se sumaba el deseo portugués de asumir posesión en el Alto Perú (hoy nuestra amada Bolivia).En la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Chuquisaca se estudiaba y analizaba esa realidad, en secreto se conversaba sobre la independencia del país.
La revuelta popular que en Sucre derrocó al Gobernador e instaló una junta criolla en el poder fue fruto del arresto del rebelde Jaime Sudáñez, quien al ser detenido pide ayuda gritando en las calles de la Capital y consigue el levantamiento del pueblo (25 de mayo de 1809).
Este levantamiento enciende la mecha de que es posible formar una nueva Patria, alejada de las influencias españolas o portuguesas, proclama que encuentra asidero principalmente en La Paz, Buenos Aires y Lima.
A raíz de este incidente histórico en los siguientes meses se levantaría La Paz que sería reprimida de forma salvaje, mismo camino que seguiría el grito libertario de Chuquisaca en diciembre del mismo año cuando la Corona Española retoma el poder, pero ya para esto, el puñalazo Chuquisaqueño había despertado el fervor Latinoamericano de la independencia y no había marcha atrás, años posteriores seguirían el mismo camino Buenos Aires, Bogotá, Caracas y México.
Como historia realmente es altamente importante y motivante lo ocurrido en Sucre y el Bicentenario bien merece el máximo reconocimiento, pero volvemos a preguntarnos sobre el éxito o no de nuestro desarrollo como pueblos a 200 años de aquel histórico 25 de mayo.
Y es que llegamos a esta celebración histórica con la realidad de un país dividido, con dudas respecto a nuestra independencia (para muchos pasamos de la dependencia de la Corona Española a la de los países ricos como Estados Unidos y ahora a la de Venezuela y el Chavismo), con el dolor de saber que la educación, los servicios básicos, la salud y otros temas tan importantes no han sido aún debidamente atendidos y con la incomodidad de que en 200 años seguimos considerados un país en desarrollo (por utilizar un término más o menos bonito).
El resultado bien conocido por todos nosotros nos lleva a la profunda reflexión de que la unidad del país no solo es cosa de los políticos, es responsabilidad de cada uno, de cada ciudadano que ame a este país, tal cual decía Jorge Bucay (escritor argentino) “Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes” y es que las y los bolivianos debemos asumir nuestra existencia como bolivianos, como ciudadanos de una patria que puede ser grande, que espera mucho de nosotros pero que somos mezquinos a momento de darle algo.
Felicidades en el Bicentenario y esperemos que asumamos nuestro valor como ciudadanos y por ende como país.

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