Reglas claras


Pocas veces, dentro el avance histórico de nuestro país, se han planteado las cuestiones de fondo que hacen a la consolidación de la nación como un ente de desarrollo o de atraso, las más de las ocasiones debemos, cual hojarascas llenas de desechos de muchos lados - tal cual diría García Márquez describiendo como nació Macondo -, entretener nuestra atención y capacidad mental en temas de escaza relevancia para el desarrollo del país, nos agrada más debatir si el pollo resulta determinante en las preferencias sexuales de las personas, que hablar de la materia básica del progreso: la estabilidad.
En esta ocasión Aerosur ha planteado una cuestión de fondo y transversal a la existencia misma del estado boliviano mucho antes de que sea considerado plurinacional: “necesitamos reglas claras”, no solo en la aeronáutica, también en la educación, en la política, en materia de seguridad, en salud, en la gestión pública, en todas las actividades que contempla la existencia misma del ser humano, incluida, por supuesto, la inversión privada.
Todo ciudadano boliviano tiene el derecho de invertir en aquello que considere es factible de retorno, bien podrá ser un carrito de helados, una tienda de barrio, un café internet, una tienda de ropa, una empresa de servicios, una universidad privada, una industria o una corporación, en todos y cada uno de estos casos se hace necesario definir las reglas con las que se trabajará.
Con la fiebre del mundial de fútbol en alta, bien podemos utilizar como ejemplo la situación del país en una analogía con este popular deporte, imagine usted querido lector que inicia un partido de fútbol con el estado boliviano, su equipo va jugando según las reglas comúnmente conocidas y su equipo juega bien. Al cabo de treinta minutos el árbitro informa que se modificarán las reglas de juego y que ahora las cosas son distintas, se encuentra usted ante un escenario distinto, con cambios no esperados ni previstos que por supuesto afectan su juego. La figura empeora si el árbitro muestra favoritismo por el equipo contrario y eso le hace suponer que sus reclamos no serán atendidos nunca, o peor aún, que el árbitro empiece a jugar a favor del equipo contrario y contra usted (acoso jurídico). Así, de manera simple, en un castellano no complejo y de común entendimiento, didáctico si usted quiere, se puede exponer el juego al cual deben de someterse los empresarios en nuestro país, desde el más pequeño que debe competir con La Cancha (que no factura, no requiere Fundempresa y no carga una serie de obligaciones que los “formales” sí tienen ) hasta el más grande que debe de soportar una serie de jugadas que le dejarán, lamentablemente con un cierto grado de certeza: mal parado.
Cualquier país requiere de la iniciativa privada para poder crecer, es obligación de todo gobierno protegerla y no atacarla, su rol principal se enfocará en agresivas políticas sociales, que garanticen los derechos de los trabajadores y el respeto a su dignidad, y no así en promover competencia desleal u otros temas. Necesitamos reglas claras, seguro que sí.

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