El poder total


Mientras el Presidente de la República agradecía a las Naciones Unidas por haber declarado el agua como un derecho humano, mientras el amauta Valentín Mejillones, nos mostraba que los saberes andinos tienen las mismas falencias de las que son susceptibles los conocimientos occidentales, mientras un alemán causaba un revuelo en esferas gubernamentales, mientras se admitía - lo que es secreto a voces - que el MAS tiene serios problemas internos, teníamos al Vicepresidente del Estado Plurinacional afirmando que la quinta etapa en la “revolución democrática” implicaba la toma del poder total, enfocada en que no solamente se hable del gobierno, sino que se tenga la capacidad de decidir y mandar sobre la economía y la política en el país.
Esta arenga llegaba tras la afirmación de que el proceso “revolucionario democrático” del MAS había sido obra y gracia de un proceso muy planificado en el cual la primera etapa habría sido la construcción del instrumento político de los pueblos, reflejado en el Movimiento al Socialismo, una segunda etapa habría sido la incursión en los procesos electorales, una tercera en la que se llegó al gobierno, una cuarta en la que se derrotó ideológica y políticamente a la derecha y que tiene una quinta etapa por medio de la cual se obtendrá el “poder total” tanto en lo económico, político y cultural.
Suena un tanto contradictorio, lo afirmado por el Vicepresidente, si tomamos en cuenta que somos un estado plurinacional, donde la idea de totalizar aspectos tan vario pintos como lo cultural es poco menos que imposible, o que se trate de ejercer el poder en lo económico si aún quedan por zanjar las visiones en torno al pago impositivo con los comerciantes agremiados, peor en lo político donde la única forma de ejercer el poder total es la existencia de un sistema unipartidista, al estilo Cubano, donde bien conocemos las limitadas expresiones de libertad que son permitidas.
El británico George Orwell (seudónimo de Eric Arthur Blair) escribió entre los años 1947 y 1948 una obra literaria que fue bautizada como “1984” en la que primaba un Partido Único cuyo líder supremo era el Gran Hermano, en pocas palabras una descripción apocalíptica de un sistema totalitario, sistema que llegó a modificar la historia real y cambiarla por una conveniente para los fines del Estado, sistema que afectaba toda comunicación y convertía a los seres humanos en poco menos que animales, un gobierno marcado por la decisión estatal que tenía un único pensamiento y en el cual el “poder total” lo ejercía el Gran Hermano.
Las declaraciones del Vicepresidente del Estado, mal alimentan apetitos insaciables de masas ignorantes que pueden entender, equivocada y erróneamente, que pronto se pretende encumbrar al Presidente Morales como un Gran Hermano, cuyo Partido Único es la solución a todo y cuyos opositores deberán ser callados o incluso eliminados. Quizás sería mejor dejar de lado los mensajes con trasfondos revanchistas y enmarcados en el totalitarismo y empezar con un discurso de diálogo y hermandad, que mucha falta nos hace.

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