Las necesidades, la escasez, Venezuela y Bolivia


En ciertas ramas del conocimiento humano se ventilan elementos conceptuales que bien pueden ilustrar el desarrollo de dos de las naciones más importantes de la región, por un lado Venezuela y por otro lado Bolivia, la primera importante en la medida en que es fuente petrolera mundial y una nación rica en diversos otros elementos, la segunda, nuestra Patria, con ingentes recursos naturales y una población prometedora en diversos aspectos si es que se sabe trabajar su potencial. A fin de integrar lo dicho con las concepciones indicadas se hace preciso tomar lo que comúnmente se puede identificar como una necesidad: un desequilibrio o una carencia que se hace preciso satisfacer o enmendar, en esta lógica para satisfacer las necesidades encontramos dos caminos posibles: los bienes (entendidos como las cosas que logran la satisfacción de una necesidad) y los servicios (como el trabajo que logra hacer lo propio). Estas necesidades las tiene usted, yo y el vecino, por ende son comunes a los integrantes de las sociedades, incluyendo la venezolana y la boliviana.
¿Qué sucede cuando las necesidades no son satisfechas?, ¿se imagina usted no poder adquirir los productos de primera necesidad en la tienda de la esquina de su casa?, por supuesto que se lo imagina, ya lo vivimos con el azúcar y el cemento y al parecer no será la última cosa que debamos soportar. Permítame comentarle que en Venezuela la sociedad se ha acostumbrado ya a vivir así, con carencias y por ende sin satisfacer necesidades que en otro tiempo eran plenamente posibles de ser saciadas. Para mencionarle ejemplos concretos me permito indicar algunos: la pasada semana grandes regiones del país liderado por el Presidente Chávez se quedaron sin luz en dos ocasiones al menos, esto sucede luego de un 2010 en el cual se declaró la “emergencia eléctrica” debido (a decir del Gobierno) a la sequía que afectó al país y que provocó racionamientos y apagones programados. Para los venezolanos la escasez es ya una palabra común, puede ser la carne de primera, el pollo, la leche en polvo, el aceite, los repuestos de automóviles o el material de construcción, o como sucedió a fines del mes pasado lo que faltaban eran los pañales y las toallas higiénicas. Los argumentos gubernamentales en Venezuela son similares a los que escuchamos también en nuestra amada Bolivia y pasan por la especulación, la falta de insumos y la afirmación casi ciega de que lo que existe es la “permanente presión de grupos económicos, empresarios, las Cámaras, que para presionar al gobierno hacen un esfuerzo para sacar los productos del mercado" (diputado oficialista Jesús Farias).
¿La historia le resulta similar?, ¿le preocupa lo que leyó?, ¿qué está sucediendo en Venezuela? y más allá de esto, la preocupación que motiva un artículo como éste: ¿en qué medida nuestro país podría seguir los pasos que ha tomado Venezuela?
Esperemos que bajo la lógica de la sana reflexión, recuperando la responsabilidad, el buen juicio, y el limpio criterio, el actual gobierno pueda lograr desmarcarse de la influencia radical del mandatario venezolano, para poder finalmente hacer de nuestro país un lugar bueno para vivir y una nación estable con pleno respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión y altos niveles de desarrollo humano.

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