Bolivia y la visión país para el 2012

A lo largo del 2011 hemos visto continuamente en los noticieros el cúmulo de novedades que se presentaban cotidianamente, el arcoíris de temas variaba desde los desfiles de Las Magníficas, pasando por los tradicionales bloqueos y marchas sectoriales, las afirmaciones de funcionarios gubernamentales, los ataques de la Oposición, las relaciones internacionales y más recientemente la extrema violencia, nos enteramos de lo que pasa entre el Real Madrid y el Barcelona y nos deprimimos viendo el fútbol de la Liga local, vimos con envidia sana los avances de otras naciones y nos preguntamos en silencio: ¿cuánto hemos avanzado como país? Esta interrogante surge en momentos de evaluación de lo que hicimos a lo largo del año, ya en diciembre con las fiestas prontas a llegar y con la certeza de que muchos de los objetivos planteados no se cumplieron, se cumplieron a medias o, para los más dichosos, con las metas cumplidas o incluso superadas, en ambos casos todos vivimos en el mismo país, en la misma Bolivia, que año tras año arrastra una serie de problemas que nos consumen eternamente pero que no nos matan, que nos paralizan pero que no son capaces de suspender un carnaval. Y así es nuestra Bolivia, así somos nosotros, plagados de contradicciones y de buenas intenciones, pero carentes, en muchos casos, de resultados concretos. La visión país del gobierno a lo largo de su gestión (por no reducirnos solo al 2011) ha tenido interesantes aportes, no vamos a desmerecer la inclusión que ha traído, ni el incremento tributario en materia de hidrocarburos, ni la ratificación de los derechos y conquistas laborales que buena falta hacían, tampoco desmereceremos sus intenciones recientes de dialogar y convocar a encuentros con diversos sectores de la sociedad (idea buena pero muy afianzada en una asamblea política más, por ende mal ejecutada), pero tampoco podremos cerrar los ojos ante la excesiva politización que, tanto opositores como oficialistas mantienen, los desaciertos del Gobierno incluso contra los movimientos que le vieron surgir y que desde el Tipnis marcharon hasta la Sede de Gobierno, o los recientes comentarios críticos y equivocados del Presidente en los que olvida los límites que establece la dura Ley Financial que prohíbe ganar más que él mismo dentro el aparato público, incluyendo de manera injusta a la misma Universidad Pública, en daño directo a la calidad docente y la formación que luego el mismo Gobierno pretende extrañar o la falta de políticas técnicas y económicas y la pobre institucionalidad que tenemos en el país, aspectos que nos llevan por un despeñadero en el que pareciera que la máxima es lograr un país mejor, pero pobre, siempre pobre. Y así fue a lo largo del 2011 e incluso antes. Más allá de esta visión país, quedan los anhelos de miles de ciudadanas y ciudadanos bolivianos, quienes aún confían en que el país puede mejorar, en que en el nuevo año que se avecina podemos avanzar más, encaminados a la lucha por una mayor calidad de vida, reflejada en el desarrollo humano, en la posibilidad de obtener mejores empleos y con buenos salarios, en la visión de que el ciudadano emprendedor pueda recibir todas las facilidades para crear unidades productivas generando fuentes de empleo y logrando la satisfacción de las necesidades, reconociendo la labor de quien se lo merece y ganando lo que debe ganar más allá de un límite legislado injustamente y por supuesto dejando de lado la visión de que en nuestro país pareciera que la única salida es la pobreza, y que estará bien el menos pobre. Por esto y más es necesario que la visión de país para este 2012 cambie, que el dialogo sea la regla y la confrontación la excepción, que la política nacional madure a un nivel en el que se deje de lado la persecución y se enfoque la gestión en lo técnico, en lo operativo, en hacer del país un país próspero.

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