VAINAS

Mientras pensaba qué escribir pasaban por mi mente diversas ideas: quizás escribir sobre las elecciones en Venezuela, el debate entre candidatos a la presidencia de Estados Unidos, los problemas en Mallku Khota, el tema Tipnis, la Selección Nacional, el clásico español o tantas otras cosas más. Entonces pude ver, de pronto de pasada, una película que trataba sobre la trata y el tráfico humano, pude presenciar el maltrato al cual se somete a las mujeres a costa de satisfacer los enfermos deseos sexuales masculinos, la manera en que se quita la humanidad a esas pobres víctimas y que significan una red de corrupción que, en diversas partes del mundo, representa un lucrativo negocio que mueve millones de dólares y que, a costa del sufrimiento ajeno, se ha convertido en un problema complejo. Ahí fue que decidí que los temas que inicialmente pensaba tocar son vainas, en relación al tema de la trata y tráfico que ahora maldice a nuestro país y que aún no tiene solución. Una de las aristas por las que este tema empieza, al menos como una fachada legal, es la prostitución, actividad en la que se enmascara la satisfacción de una necesidad tan vil y ruin como es el comprar sexo, y aún así, en Bolivia existe mucha gente que avala este tipo de inconductas. Las Naciones Unidas estimaba en 2009 que podrían existir 270.000 personas víctimas de trata solo en la Unión Europea (similar a nueve estadios como el de Cochabamba repletos), datos globales apuntan a que en el mundo, cada año, dos millones de personas son víctimas de este mal y el lucro que genera alcanza a los dos billones de dólares anuales (según estima la Organización de Estados Americanos), un número de 1.2 millones de niños y niñas son afectados por esta desgracia, en resumen el tercer negocio más lucrativo del mundo. En Bolivia, en los últimos 10 años, la maldición de la trata y tráfico de personas se ha incrementado en un 92.2%, de este porcentaje un 70% son niños, niñas, adolescentes y mujeres jóvenes de 12 a 22 años de edad, así es que Bolivia es ahora uno de los cinco países latinoamericanos con más casos. Pero el tema parece que se ha estancado con una nueva ley que no pasa del papel a la acción, oficinas burocráticas que no dan seguridad y declaraciones que a más de “sonar bonito” no hacen efectivas acciones concretas. Las trancas en las carreteras no controlan el traslado de niños, niñas, mujeres, y puede pasar por ahí cualquiera, la labor en las fronteras es peor, si pasa fácil el contrabando lo mismo pasa con el tráfico de personas, la policía boliviana debe mostrar su transparencia y eficiencia al controlar este tipo de temas. El gobierno es bueno para destinar recursos para actividades políticas y construir estadios, pero para controlar, es poco lo que se hace, y seguimos viviendo así. La prostitución sigue siendo una actividad legal y nuestras calles son cada vez más inseguras. Pero algo que es cierto es que toda esta maldición, no existiría si no hubiese clientes, es decir, en suma, si no existiesen hombres que paguen por acceder a servicio sexuales, si dejásemos de considerar a las mujeres como objetos y no como personas, debiera de pensarse primero en que cada hombre del mundo tuvo una madre, muchos hermanas o hijas. Pregunto yo: ¿cómo es posible que existan personas capaces de esto?, ¿porqué las autoridades no hacen más?, ¿porqué otras vainas son más importantes que un tema que afecta tanto a todos los padres, madres, hijas, niños y niñas del país? Esperamos respuestas, en tanto no cortemos este mal, las autoridades siguen con una deuda pendiente con la población, y mientras esto siga el resto de nuestros problemas son vainas. Publicado en el periódico Los tiempos el sábado 6 de octubre de 2012

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