2013

Acaba el año, y como muchas otras veces, corresponde analizar diversas facetas que han sido parte de nuestro cotidiano vivir, evaluar el alcance de lo cumplido y de aquello que nos es pendiente, consiste simplemente en la posibilidad de mejorar con miras al futuro que día a día se traduce en el presente. Durante el 2012 en muchas cosas evidentemente han existido avances (los intentos de industrializar el país, los discursos en los que se maneja un lenguaje menos agresivo que va más allá de las ideologías y se piensa en la unidad del país, los intentos de diálogo, la inclusión social, las obras que se han hecho realidad, normas y políticas en defensa de clases desposeídas, a favor de la mujer y otras que quedan en el tintero pero que, seguro, usted las recuerda mejor que yo), en otras retrocesos (no hemos mejorado en temas básicos como la conciencia ciudadana, la higiene, la educación, el respeto, el cumplimiento de las normas viales y por ende, el cariño y orgullo por ser bolivianos, por el contrario cerramos el año con los contenedores de basura colapsados por la basura que a borbotones inunda las esquinas y contamina el aire , las calles de nuestra ciudad aún abiertas muestran los baches de la mala planificación en un peregrinar que seguirá más allá del presente diciembre, la inseguridad de las calles y los irresueltos problemas como la trata y tráfico de personas proseguirán acosando a una sociedad ya traumatizada por el temor al crimen, los reclamos de las personas con capacidades diferentes a inicios de año aún retumban en nuestra mente, los innumerables bloqueos y paros que hemos vivido se recuerdan vivamente, las marchas por el tema TIPNIS, el enfrentamiento con los médicos, la poca atención del gobierno a los requerimientos de las universidades públicas, los discursos encendidos de odio, las presunciones de perpetuar en el poder un grupo político, la existencia de perseguidos y presos políticos en Bolivia, la censura en los medios de comunicación, los pretendidos cambios de nombres a plazas y calles de las ciudades a título de descolonización, los actos superfluos y populistas en los que recae el gobierno, la recientemente descubierta red de corrupción y otras tantas que usted podrá identificar). Hacer un balance entre ambas resulta altamente complejo y dependerá de muchos factores, incluidas las preferencias y afinidades de cada lector, así como unos verán el vaso “medio lleno”, seguro otros verán el mismo vaso “medio vacío”. Si bien en varios de los temas tocados el ciudadano no tiene mayor injerencia directa, a más de aceptar la norma, existe una esfera muy propia en la que corresponde a cada uno de nosotros evaluarnos y ver qué hemos hecho por Bolivia a lo largo de este año que termina. ¿Fuimos mejores ciudadanos?, ¿madres, padres, hijos, hermanos?, ¿en qué nos equivocamos?, ¿corregimos nuestros errores?, ¿somos realmente conscientes de que es obligación nuestra mejorar para que, en su conjunto, progrese la sociedad boliviana? Es por ello que, más allá de rememorar lo sucedido en el país, también valoremos el granito de arena con el que nos toca aportar en Bolivia, mirémonos al espejo y veamos qué hicimos bien y qué hicimos mal, y finalmente, para el 2013, cambiemos y mejoremos en todo aquello que es responsabilidad nuestra, hagamos de Bolivia un mejor país, para usted, para nosotros, para nuestros hijos. (Artículo publicado en Los Tiempos el pasado 29 de diciembre de 2012)

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