Caudillismo en América Latina

El panorama que se cierne sobre Venezuela, ahora que el recientemente electo presidente Hugo Chávez ha sido sometido a una cuarta operación por cáncer, muestra nuevamente los niveles de estabilidad e institucionalidad en que subsisten los frentes políticos en América Latina, los altos niveles de caudillismo derivan en que la presencia de los líderes de turno es fundamental, casi insustituible. Deja esto complejos panoramas para aquellos que pretenden asumir como herederos de tal poder (le pasó al ex presidente Jorge Quiroga cuando el Gral. Banzer, aquejado por una enfermedad terrible le dejó el mando del país y del, otrora poderoso, ADN, similar situación se dio cuando murió Carlos Palenque Avilés, líder histórico de Condepa y también cuando falleció Max Fernández Rojas fundador y jefe de UCS; así también le pasó a Cristina Kirchner en Argentina y le pasará seguramente a Nicolás Maduro en Venezuela). En esta lógica se aprecia fácilmente que en nuestra región pesa (y mucho) quien lidera un partido o tienda política, mas allá de sus reglamentos o normativas queda el caudillo. Esta situación no es tan notoria - si bien existe - en la política norteamericana donde republicanos y demócratas se manejan en caminos más estables, con primarias que facilitan la pluralidad en la opción por terciar como candidato, quedando el partido mas allá del líder, por ende se respira una institucionalidad mayor. Es de pronto el MNR uno de los pocos partidos en Bolivia que lograron exitosos traspasos en las ultimas décadas, así paso del liderazgo del histórico líder Víctor Paz Estensoro a Gonzalo Sánchez de Lozada (sea por liderazgo, respaldo económico o meritos). ¿Qué pasaría si el MAS se quedara sin el Presidente Evo Morales, su jefe y líder natural? ¿Sucedería lo mismo?, ¿El Vicepresidente podría sostener la estructura del partido de gobierno? O si Samuel Doria Medina se retirase de la vida política, ¿subsistiría Unidad Nacional?, ¿podría imaginarse el Movimiento Sin Miedo lejos de Juan del Granado? E incluso nuevos liderazgos emergentes aún se aferrarían a la visión caudillista de liderazgo, si hoy Carlos Mesa tuviese pretensiones políticas muchos se unirían a él por ser él y no otro, pero esto no implicaría estabilidad institucional (por ende principios y valores de partido que derivarían en propuestas de gobierno en caso de acceder al gobierno). Esta ausencia de partidos sólidos y principios que sostenga planes de gobierno fuertes, desembocan en una suerte de capitanes de barco que nos conducen según la visión particular de cada uno, con ausencia de propuestas de gobiernos que sean de partido y no solo de candidatos. Nuestra política es eminentemente caudillista, la carencia de institucionalidad es una falencia real y que aun da para largo. (Artículo publicado en Los Tiempos el sábado 15 de diciembre de 2012)

Comentarios

  1. Es muy cierto..... La gente no se identifica con la institución sino con quien la representa.

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