La complejidad y otros demonios

Tras los resultados de las elecciones en Venezuela han surgido varios análisis, conclusiones y problemas, de hecho se trata ya de una sociedad polarizada, dividida entre aquellos cansados del Socialismo del Siglo XXI y aquellos que (incluido el voto póstumo pro chavista) aún apuestan por la corriente que hoy representa Nicolás Maduro, así también es fácil concluir que ésta ya no es la misma Venezuela que aún eligió a Chávez en el máximo cargo público poco tiempo atrás, se ve claramente la desconfianza de la parcialidad de Capriles respecto al órgano electoral, se respira en el aire las posturas radicales expresadas hoy por hoy en las redes sociales, incluso por mucho que finalmente se llegase a que el heredero chavista triunfe a pesar de las marcadas observaciones del aún frente opositor ya no le será simple gobernar, no teniendo la sartén por el mango, no teniendo apoyo masivo, no teniendo en cuenta que la mitad del país no quiere ese gobierno. En suma la situación venezolana, como manifiestan los medios de comunicación de aquel país, es un problema bastante complicado. Pero este nivel de conflictividad no es una exclusividad de Venezuela, y si bien hoy parece que la vemos de balcón, es una realidad muy común en Latinoamérica, y para no analizar casos vecinos, enfoquémonos en problemas que nos resultan propios, temáticas del país que a diario afectan nuestra vida, así podemos mencionar: la complejidad de las relaciones de poder, la poca institucionalidad, la falta de confianza ciudadana en las entidades públicas, la excesiva demagogia y el discurso populista, la inseguridad ciudadana, el descuido del medio ambiente, las necesidades en salud, la falta de carreteras y seguridad en estas, el incumplimiento a la ley, la falta de apoyo a la iniciativa privada para lograr creación de más empleo, la demacrada imagen de los políticos, la falta de moral en tantos actores importantes de la vida pública del país, las declaraciones públicas irresponsables, la falta de recurso bien orientados, la corrupción, la mala gestión de la administración pública, incluso los hábitos negativos de la población en su conjunto que se llevan y traen a los hogares replicando, en un eterno infinito, taras y trancas propias de nuestro pueblo. Todo ello, y más, hace que todos vivamos el año entero en un mar de enredos. Si reflexionamos en torno a ese tema, la solución es altamente difícil, no se solucionará rápido, y es integral, lo que equivale a decir que cada uno debe de aportar , incluyendo por supuesto a la población que va desde el Presidente del Estado Plurinacional, pasando por el policía, la vendedora de la tienda, el heladero, el empresario, el soldado, el militar, el docente, el estudiante, el profesional, hasta el último ciudadano de una lista en la que todos somos iguales pero asumimos distintas competencias y actividades, y en la que Bolivia es responsabilidad de todos.

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