Indianización vs bolivianización

En el reciente discurso del 6 de agosto, el Vicepresidente del Estado afirmó que Bolivia sigue un proceso de indianización, concepto que haría alusión a un creciente deseo o anhelo de ser parte o relacionarse de algún modo con lo indígena, proceso que sería resultado de la mayor presencia originaria en la toma de decisiones del futuro del país. Es evidente que el actual partido de gobierno, más que tener una visión socialista, por mucho que su sigla política así lo refiera o los discursos hablen del tema, tiene una visión indigenista, una postura (más que una doctrina formada) que ha logrado revalorizar saberes muy propios de nuestro país, logro que nadie le discute y que si bien tiene su lado positivo también ha recalado en un lado negativo cuando se ha centrado en el odio y la confrontación, cuando han surgido las voces llamando a la lucha entre bolivianos y que han terminado, incluso con sangre, en diversas regiones del país. Sin embargo de que es posible que la mayor inclusión indígena tenga resultados inmediatos sobre la forma en la que las y los ciudadanos de este país nos vemos, es preciso detenernos a reflexionar y poder dejar de lado las etiquetas que durante mucho tiempo vienen causando más separación que unidad. Lo afirmado por el Vicepresidente, más allá de ser o no veraz, no encaja del todo con lo afirmado por el Presidente, quien -sin dejar de lado su tendencia indígena - manifestó " al margen de que seamos indianistas, indigenistas, mestizos, criollos, todos somos originarios. Unos son originarios milenarios, otros originarios contemporáneos, pero todos somos de esta Patria. Somos de esta nuestra querida Bolivia." Resulta grato identificar un tono de unión y conciliación en las palabras del Presidente Morales que va más allá de la formalidad y pulcritud que se podría esperar de un mensaje presidencial, dicha retórica suena muy distinta a sus palabras de inicio de gestión en las que se ocupaba de resaltar diferencias entre karas y originarios, dividiendo a un país con palabras confrontacionistas. Por esto, más que nada, este discurso es positivo y apunta en sentido contrario a la división, a la exclusión y cumple el rol que debe, siempre, cumplir el primer mandatario de la nación: unificar a las y los bolivianos. Pero en el fondo, ¿qué queda aun de aquella añorada bolivianidad? ¿qué queda de nosotros antes que los discursos políticos encendiesen la mecha de lo indígena y lo urbano por encima de lo nacional? Las diferencias siempre existieron, mínimamente entre cambas y collas, más profundamente entre ciudadanos de una u otra ciudad, y últimamente entre originarios y karas. Por ello es que quien funge de líder, de gobernante, tiene el deber de unir en vez de separar, debe de identificarnos a todos como bolivianos en vez de etiquetarnos. La indianización, es aún un concepto que alude a las diferencias, a la separación, a la exclusión. Si el discurso indígena, en su momento justificaba un resentimiento ancestral de los indígenas por maltrato, descuido, discriminación y un sin fin de factores; pecaríamos hoy si se tacha la nueva visión de Bolivia como una revancha, como un nuevo tiempo en el cual los dominados de ayer serán los tiranos de hoy. La mayoría de las y los bolivianos no consideramos al vecino más o menos boliviano por su condición de kara o de indígena, aquello lo determina su amor por Bolivia, su compromiso con su sociedad y su determinación por días mejores. No considero que sea relevante saber si existe o no una indianización, y ese no es el fondo de este artículo, lo relevante es, como en resumen dijo el presidente Morales: Bolivianos somos todos. Eso es algo que no debemos olvidar.

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