La alternativa opositora en Bolivia

En el horizonte se vislumbran elecciones nacionales, las y los actores de dicha contienda empiezan a calentar sus argumentos y definir sus estrategias (incluido el factor "candidato") para ser favorecidos con el voto popular que será el que determine el gobierno que desea. El partido gobernante tiene la figura clara, más allá de la legalidad o no de su candidatura, será el Presidente Morales quien lleve, una vez más, la batuta en esta elección. Prosigue intacto el liderazgo del actual mandatario y su condición de mejor candidato es indiscutible. Por otro lado, sombría resulta la postura de una oposición que, hoy por hoy, se muestra aún fragmentada, con Samuel Doria Medina proclamando unidad y conscientemente pidiendo elecciones primarias para definir una sola candidatura opositora (al estilo de lo realizado en Venezuela), y con las respuestas ya conocidas de Juan Del Granado quien ya fue declarado candidato por el Movimiento Sin Miedo y la cabeza, ya visible, de Jorge Quiroga quien pareciese pretender lo propio. En el Oriente Rubén Costas se mueve con idéntico afán y mucho se puede hablar de otras opciones menores, pero con las ya referidas basta para notar que se ve un panorama claramente dividido. Contra la unidad del Movimiento al Socialismo se quiere presentar la dividida oposición, el resultado, se puede desde ya adelantar, no apunta a ser el mejor. Las ambiciones individuales de los opositores reflejan únicamente las limitantes de siempre, y el resultado se avizora triste para estas propuestas. En este momento, cueste creerlo o no, y aún cuando se ha perdido numeroso apoyo, el MAS sigue siendo una alternativa orgánicamente más estructurada que la oposición. Y es que la carencia de liderazgo en el país pasa por una inmadurez estructural que ha venido a ser para el país una suerte de flagelo perenne que ha derivado en la inexistencia de liderazgos técnicos, y solo ha permitido el surgimiento de liderazgos criollos, de caudillos que lideran bajo una coyuntura y que, en varios casos, no representan una política madura. En Bolivia, como en numerosos países del mundo, la política aún es sinónimo de apropiarse del poder, de la posibilidad de detentar y disponer de cargos públicos, de poder tomar una tajada de esto o de aquello y de asegurar un mejor futuro particular en desmedro de un beneficio que se supone general, nuestra política no es ajena a esta visión equivocada de gestión pública. Vivimos en un estado en el que aún subsiste la prioridad del juego político, de la acción planificada con la intención del beneficio último de quien la ejecuta, no tenemos un espacio político que refleje madurez, ni los actores mismos de la política, llámense candidatos, ni los electores que son quienes depositan su soberanía en el sistema democrático. En pocas palabras, ni usted, ni yo, ni quienes elegimos, tenemos la madurez política que debiera de tener este país. Por esto, entre otras cosas, es que el panorama para la elección del 2014 se torna simple: tendremos una nueva victoria del MAS, salvo que la oposición deje de lado sus intereses particulares y trabaje en un programa de gobierno que permita una alternativa al actual eje de gobierno, que se elija un candidato común que refleje a los grupos descontentos con el actual estado de las cosas y que actúe en consecuencia con una visión técnica que represente una alternativa real. Si esto no sucede, no esperemos que nada cambie.

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