Nuevo año, mismos males

A poco de haber iniciado el 2014 y sentir que las suaves brisas que impulsan un nuevo navegar en el año que empieza ya se ven contaminadas por la basura que se acumuló en las calles de Cochabamba por el conflicto - ya tradicional - en K´ara – K´ara, no se puede sino sentir tristeza por la calamidades en las que vivimos. Porque evidentemente, aún a pesar de lo que quisiéramos creer, el cambio de año no es más que un tema cronológico reflejado en un cambio de digito, no cambian las personas, no cambian los problemas que tenemos, no cambian los males que resultan perennes en el trajinar cotidiano de miles de ciudadanos que viven bajo el mismo sol y con los mismos tropiezos que el ya extinto año. Pareciese que se vive una suerte de plan operativo anual (POA) de conflictos, al empezar el año será el tema de la basura, luego vendrán seguramente las universidades públicas que reclamarán una justa y consciente atención de un gobierno central que muchas veces peca de indiferente, luego los sectores clásicos en conflictos que pasarán por bloqueos de caminos, quizás los transportistas, quizás los vecinos, quizás cualquier sector afín o en contra del gobierno, la lista es interminable pues en nuestro país el que más o el que menos siente que tiene derecho a limitar el libre tránsito. Y vivimos en esa inseguridad, en ese pantanoso caldo de cultivo de enfrentamientos y convulsión social que solo se detiene cuando de farra se trata, ya sea un carnaval u otra festividad, es lo único que detiene el maremoto de conflictividad en el cual vivimos. Debe ser, y con certeza es de fácil demostración, difícil gobernar un país como el nuestro. Pero también, y es justo reconocerlo, es muy complejo vivir gobernados por una visión única de liderazgo, un partido que espera ser el único vigente y un dominio estatal que recuerda al totalitarismo, aunque en una democracia asimétrica. Y mientras el gobierno lanza los ya aburridos epítetos que tratan de satanizar un pasado que es, queramos o no, parte de nuestra historia y del cual (incluido el MAS) somos resultado, nos encontramos los “comunes”, los que vamos a la tienda a comprar el pan de cada mañana, a comentar el incremento de los pasajes, de la pensión escolar, de los sorteos del primer grado, del Dakar y del satélite Tupac Katari, y nos vamos luego con la misma sensación de que igual, con todo y propaganda, seguimos donde empezamos, con los centavos en el bolsillo y con la angustia en la garganta. Evidentemente muchas cosas han mejorado, entre estas podemos destacar que a raíz del proceso del 2006 existe mayor inclusión social, una economía a nivel macro que puede jactarse de cómoda y hasta increíble para quienes alguna vez manejaron el aparato estatal y nunca pudieron imaginar las favorables condiciones en que esto se mueve hoy por hoy. Ello es a ojos de muchos algo positivo, pero no dejan de lado tampoco la carencia de un respeto al pluralismo político que es un gran ausente también en este 2014. Nos resta tener fe, esperanza, pensar que como la flor de loto, podremos salir airosos del barro en el cual estamos inundados y mostraremos eventualmente nuestro lado más bello cargado de poesía y confianza en un futuro mejor, un mañana digno para cada ciudadano de esta hermosa tierra.

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