Todos somos macacos

Hablar sobre discriminación en un país como el nuestro nos lleva a numerosas interpretaciones. Si tomamos lo establecido y definido por discriminación en la ley contra el racismo y toda forma de discriminación, encontramos el texto siguiente: “Se define como discriminación a toda forma de distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en razón de sexo, color, edad, orientación sexual e identidad de géneros, origen, cultura, nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado civil, condición económica, social o de salud, profesión, ocupación u oficio, grado de instrucción, capacidades diferentes y/o discapacidad física, intelectual o sensorial, estado de embarazo, procedencia, apariencia física, vestimenta, apellido u otras que tengan por objetivo o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos por la Constitución Política del Estado y el derecho internacional”. Todo ello en función al criterio negativo de la discriminación y que da lugar a este artículo. En días pasados el jugador del Barcelona, Dani Alves, fue objeto de un acto discriminatorio en función a su raza cuando al momento de ejecutar un tiro de esquina en el partido contra el Villarreal, le lanzaron una banana. Él la recogió, incluso la comió y ejecutó el lanzamiento. Tal acto, descrito por él como algo “natural e intuitivo”, dio lugar al nacimiento de una campaña liderada por su compañero de equipo Neymar en la que, comiendo un banano, afirmaba que “todos somos macacos”. La campaña dio lugar a que otras personalidades se sumen al movimiento y se ha visto ya al Kun Agüero, David Luiz, Roberto Carlos, Hulk (todos futbolistas), Larissa Riquelme (modelo), Dilma Rousseff (presidenta de Brasil), Xuxa (conductora de televisión) e incluso una conocida ministra nuestra que se sumaron al mensaje. Al responsable de la ofensa ya lo identificaron y su propio club le retiró de por vida el acceso a su principal escenario deportivo, sin perjuicio esto de las acciones legales posibles. Si esto sucediera en nuestro país, muchos hinchas estarían fuera de los campos deportivos ya que es normal y hasta común que los denominados radicales o ultras de los equipos suelten la lengua con cualquier adjetivo ante la menor falla de su equipo o el mejor desempeño del rival. Bien se sabe que las hinchadas son bipolares, que si el equipo gana ya es “casi campeón” y si pierde “ya está por descender”, pero esta actitud pasional tan propia de un deporte tan hermoso como es el fútbol no es una exclusividad que sólo se ve en los estadios, es un problema latente en la sociedad desde hace años atrás. Y esta discriminación, existente en el engrandecimiento excesivo de la imagen del blanco, del alto, del bello, va en desmedro de aquel que no cumple dichos estándares y es reflejo, no sólo de un nivel alto de complejos, que evidentemente existe en nuestro país (ante los extranjeros por ejemplo), sino de una educación muy débil, de una ignorancia galopante que nos limita a sólo lo visible, a valorar únicamente lo tangible y a seguir siendo un país inculto y por ende discriminador. Este tema, que quizá le suene obvio, es muy importante, relevante en extremo ya que incluso usted, estimado lector, podría ser una persona que discrimina y, peor, reproducir ello educando a sus hijos o afines. Por ello identifique usted mismo si es o no una persona discriminadora. La respuesta, sólo la sabe usted, la solución está en sus manos. ¿Es usted también un macaco?

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