¿Somos un país de izquierda?

Mi estimado lector, si yo le preguntase ¿sobreviven aún las ideologías en tiempos en que lo pragmático se ha impuesto? ¿cuál sería su respuesta? Quizás valdría la pena primero definir que en momentos en que ya las discusiones de otras épocas, aquellas centradas en lo profundo del conocimiento, aquellas cuyo valor se centraba en el honor y la razón; han pasado a un segundo plano, y la conversación actual se ha centrado ahora en pretender dar solución a las apremiantes necesidades de una población que no espera discurso y que anhela soluciones. Como segundo argumento, y quizás la respuesta más fácil, y en mucho la más certera dentro las posibilidades de la realidad, está que la ideología no da de comer; así es que experiencias como la cubana han demostrado que el orgullo ideológico no es necesariamente el mejor camino, así como el capitalismo de países en teoría muy desarrollados también han fallado en lograr que las sociedades sean mejores. A la par ¿no es acaso una constante en nuestra región el afirmar una tendencia ideológica en el discurso y hacer algo distinto en la praxis? Y ejemplos existen varios; pasando por el socialismo chileno y su afinidad a los tratados de libre comercio y a las alianzas pro comerciales como la Alianza del Pacífico; así también la Nicaragua de Ortega tiene excelentes relaciones con los Estados Unidos y grupos financieros privados, aún a pesar de la retórica encendida que en algún momento mostró su primer mandatario; de igual modo Ecuador, con Rafael Correa incluido, pelea por capitales de inversión en su sector energético cual cualquier otra nación de tendencia derechista; asimismo el socialismo uruguayo ha sido siempre moderado, con buenas relaciones con el empresario privado, aquel que la doctrina tacha como dueño de los medios de producción y enemigo de la clase obrera; la izquierda brasilera no es la excepción, la privatización de otras gestiones sigue viento en popa y las élites cariocas no han sido tocadas por la autoridad gubernamental; en la misma línea, el gobierno heredado por Castro en la famosa isla cubana muestra romances con ideas de derecha, dejando de lado el “patria o muerte” y promoviendo fulgurantes luces de desestatización y sembrando pequeñas dosis de iniciativa privada. Así nosotros, como país, como Estado Plurinacional ¿somos socialistas? Estamos gobernados por un partido político cuya sigla así lo declara, con una retórica encendida en su inicio, muy cercana a la agresividad, tal cual la tuvo en su momento el difunto presidente Hugo Chávez (Venezuela), pero que en la práctica se ha moderado hasta casi estabilizarse en una semejanza similar a la práctica del también ex mandatario Lula Da Silva (Brasil); y en los hechos los medios de producción siguen en manos de los particulares, desde el gran empresario hasta el vecino que comercia en la esquina; que el Estado ha crecido , es cierto, que es más eficiente, eso ya podríamos discutirlo según la entidad pública de la que se trate; pero que seamos socialistas, no lo somos, y espero, sin ofender a nadie, que no lo seamos. Porque sencillamente las ideologías de extremo han demostrado que no son el camino a seguir, ni la derecha ni la izquierda, por lo que será mejor apuntar a un camino medio, a un equilibrio y a una postura racional antes que pasional.

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