Bienvenido 2015

Empezamos el 2015, año que, en un lejano 1989, una película denominada Volver al Futuro (2da parte), presagiaba llegaría con ropa que podía secarse y ajustarse en el acto, vehículos voladores, zapatos cuyas agujetas se atan solas y, la tan ansiada, patineta que se sostiene en el aire; tal predicción no ha llegado a realizarse, salvo las pantallas gigantes en los hogares y las video llamadas, no hemos aún alcanzado un nivel de evolución tecnológico comparable; y aún así, sea en esta peregrinación por el tiempo que llamamos vida, o en los confines de las ambiciones y previsiones de cada uno, estamos todavía aquí y ahora. Desde el año 1582, el mundo occidental celebra esta conmemoración según manda el calendario gregoriano, instaurado por la bula papal Inter Gravissimas, instituida precisamente por el Papa Gregorio XIII; dese aquel lejano año hasta el presente, el número de año cambia cada 365 días, y se presentan ante nosotros una serie de nuevas oportunidades que podrían, para bien o mal, representar el éxito o fracaso de cada uno de nosotros. Y es que, a pesar de todo, cada uno es quien pretende: superarse, mejorar o alcanzar las metas que se han planteado la media noche del 31 de diciembre pasado al comer las, ya tradicionales, uvas. ¿Pero qué sucede realmente con el cambio de año? Conocemos que los primeros en arribar al nuevo año son los habitantes de Kiribati, en las islas Caroline y Kiritimati; que los últimos son Samoa Americana, la isla de Alofi, la isla Baker y la isla Howland; pero también sabemos, por lógica, que seguimos siendo los mismos, que aún cuando en año nuevo usted haya estado con la ropa interior roja, para atraer la suerte o el amor, es evidente que ésto no existe, y que si uno desea algo, debe trabajar y esmerarse para lograrlo, sea en el amor o la vida misma. Lo propio, si su ropa interior era amarilla, no va a recibir una lluvia de dinero de manera automática, habrá que trabajar para ello. Si ha barrido su puerta de casa, bienvenida la limpieza, pero nada más pasará por ello. Si ha salido con su maleta y hasta con su pasaporte, nada garantiza que viajará mucho. Y es que la suerte no existe, y el único actor posible de satisfacer sus necesidades es usted, aquella persona, que con o sin la multiplicidad de tradiciones de año nuevo, empieza el 2015 con una renovada fe, optimismo y deseos de superarlo todo, no una fe religiosa, no una visión egocentrista en uno mismo, sino una confianza en algo que todos debemos trabajar: la actitud. Esto se da porque el encanto de vivir, no radica en que cada año esperemos una nueva oportunidad, sino en que cada día lo hagamos, en que cada minuto, tenemos el chance, la posibilidad, de ser mejores, de hacer las cosas bien, de disfrutar la vida como es. Por ello, este 2015, piense que usted es quien hace la diferencia, usted es quien resulta relevante a la hora de evaluar su sendero. ¡Feliz año 2015!

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