Y después del MAS… ¿Qué?

Ser habitante de Bolivia nos recuerda que no sólo somos un Estado Multiétnico y Pluricultural, sino que también poseemos complejidades que nos llevan a ser objeto de múltiples radicalismos y extremos que derivan en bloqueos, marchas y una serie de irrespetos entre y contra los propios ciudadanos. Recordamos también que si bien somos trabajadores, no somos conocidos por virtudes tales como la tolerancia o el diálogo, y que en el país, primero bloqueamos y preguntamos después, pese a quien le pese. Por ello, ser presidente de nuestro país resulta, y es, una fatigosa tarea, la que se viene llevando adelante desde siempre con numerosos entuertos que han demostrado, en más de una ocasión, que somos un pueblo difícil de gobernar. Pero no es una culpa propia, no es un mal deseo o anhelo de hacer mal, es simplemente un resultado de la falta de educación, de control y de la “viveza criolla” que impera en numerosos rincones de nuestro país. Y con estas taras sociales, debe lidiar quien desee ser presidente de Bolivia. Si recordamos en el tiempo, antes de la llegada del MAS al poder, la democracia era una serie de pasanaku entre los partidos con mayor peso político, en su momento el ADN, el MNR y el MIR lo ejercieron. Los tres disputando el poder y distribuyendo los espacios del mismo entre sus alianzas, las que comúnmente derivaban en luchas y en una gestión compleja, hasta corrupta y en declive democrático. Luego de esto, ante el cansancio de un sistema tan complejo, llegó la presencia de un candidato reciclado de las luchas sindicales, y el mismo pueblo que se fastidió con la repartija de poder de aquellos a quienes propagandísticamente se denominó partidos tradicionales, decidió votar en masa por el rostro nuevo y por el slogan exitoso del “cambio”. Y el MAS ganó, tuvo que inventar candidatos en zonas en las que había triunfado y no pensaba hacerlo, y asumió el poder y empezó un proceso de transformación nacional con altas y bajas pero cambio al fin. Se impuso una visión distinta, extrema en ciertos elementos pero también correcta en otros, y como la mayoría de las cosas que hace la humanidad ha tenido su tiempo y su espacio. Ahora pareciese que esa fuerza mengua, disminuye la influencia del partido vigente y surge la inevitable pregunta, y después del MAS… ¿qué? Evo Morales ha demostrado ser el MAS, sus candidatos en gobernaciones y otras instancias de administración pública han tropezado con el problema de que ellos no son el Presidente. Pero con esto solamente, hasta ahora, alcanzamos a ratificar que la política boliviana es caudillista, como lo fue ADN apoyada en Banzer y luego mutilada por Jorge Quiroga quien pasó de ser el heredero natural de dicho partido a ser el artífice de un nuevo proyecto, también le pasó al MNR con Sánchez de Lozada que, con o sin el peso económico que se le atribuía a Goni, tenía en ese personaje su principal actor y, finalmente, le pasó al MIR, con Paz Zamora, quien era el rostro del gallo y su máximo exponente. Y por si dudásemos del peso personal del caudillo político en Bolivia, también podríamos referir a Condepa y al compadre Palenque, o la UCS y a Max Fernández. Y así con cierta regularidad pero en menor proporción afloran en el país liderazgos menores que cual hongos surgen, pero no sostienen una proyección nacional. ¿Qué sucederá entonces en el MAS? El heredero natural en este caso tendría que ser el vicepresidente García, quien tiene incluso mejor formación que el mismo Presidente, pero cuyo límite es que no es lo que Evo Morales representa. Si él no asume o, si no obtiene la votación requerida, ¿qué será del MAS? Y si no hay más MAS, valga la cacofonía, ¿quién ingresará en su lugar? En las tierras bajas pareciese aflorar un movimiento liderado por Rubén Costas que ahora se proyecta a Cochabamba, en las tierras altas pierde peso e influencia lo que una vez fue un engrandecido Movimiento Sin Miedo. Pero a más de esto, no existe alguien de la proyección nacional que se requiere, y los partidos o agrupaciones ciudadanas pareciesen no estar sembrando líderes, y la población está cansada de la política pues sea de los tradicionales o del cambio no deja de ser una política que deja corrupción y problemas, y lo bueno y lo correcto, lo ético y lo sano, pareciese estar en franco declive. //////(La imagen empleada fue descargada del siguiente enlace web y corresponde a dicho sitio su autoría, se agradece, desde ya, permitir su libre acceso http://www.eldia.com.bo/index.php?cat=150&pla=3&id_articulo=136125)

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