El control de parqueos y el sistema de tráfico nacional refleja, de pronto de un modo inequívoco, mucho de la sociedad en que vivimos. En este breve artículo relato algo de las muchas experiencias que vivimos a diario:
La gran mayoría de las y los ciudadanos hemos sufrido en carne propia el temor a que la cobertura temporal del ticket no sea suficiente en relación a la actividad que debemos realizar (amén de que la reunión a la que acudimos puede no empezar puntual o que la fila en el banco sea larga o que se suspenda nuestro compromiso), o el llegar a tiempo y aún así esperar a que el joven que vende los tickets esté trabajando una cuadra más allá y debamos ir a buscarle primero, o que entre los coches se coloque una moto reduciendo el espacio de maniobra, y muchas otras historias; incluidas las más feas en las que en pocos minutos los responsables del control suben al vehículo (o la moto, que se las llevan por docenas) y se van.
Un control semejante, en una ciudad carente de señalizaciones que garantice efectividad (lugares mal pintados, letreros antiguos, normativas mal difundidas, y un largo etcétera) con una población indisciplinada (muy acostumbrada al «paro un ratito y me voy») y con una policía carente de confianza, lógicamente provocaría descontento.
A la par, incluso los parqueos construidos, carecen - en muchos casos - de alturas y espacios acordes a los vehículo y tenemos allí estructuras mal hechas y por lógica no controladas pero ejerciendo cobros por un servicio mal dado.
Y si los coches están incómodos, lo peor viene para el peatón, a quien el conductor no respeta, al cual se puede volver sordo a bocinazos y el que también, por su parte, es abusivo y no respeta ni promueve orden alguno. El ciudadano de a pie que si bien es víctima también es parte del caos.
Y así es nuestra sociedad, carente de disciplina, ausente de autoridad, falto de respeto y muchas veces desprovisto de razón y lógica. Y si nuestro sistema de parqueos está mal es reflejo de lo que somos, y cuando usted esté en la calle, cruzando por donde no debe o manejando indebidamente, recuerde que todos somos parte de este sistema y que si no funciona, nosotros también somos parte del problema, por ende la solución parte también en un cambio que debe partir en casa, en cada uno de nosotros.
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