La punta del iceberg

El ser humano, dentro lo maravilloso que puede ser, también esconde la receta inexorable de aquel que ansia con vehemencia el poder; del que pretende, aún a costa de lo incorrecto, ejercer y asumir las mayores facultades para que en él, y sólo en él, resida la máxima decisión. Y la práctica del gobierno no excluye dicha fórmula: la administración pública detenta poder y reproduce la lógica de éste para todos aquellos que, de una u otra forma, asumen su ejercicio y pueden tomar decisiones. A la par, los que se benefician de éste (no únicamente el poderoso), pueden ser varios y de distinto tipo, y así, por este poder, por esta angurria, se obvian procesos y se aceleran trámites, se “charla” y se “mete no más” sin importar consecuencia alguna. La semana pasada se publicaba en Los Tiempos que la gestión gubernamental otorgaba por vía directa el 63% de la inversión pública, lo que equivale a un total de 375 mil millones de bolivianos en diez años de gestión gubernamental, esta noticia, que si bien no posee el morbo que reviste el caso Zapata, es, a todas luces, un dato preocupante ya que bien puede implicar que lo que hasta ahora se ha visto solo es una pequeña parte de un mal mayor. Estos datos (extraídos del portal del SICOES), exponen, de un modo terrible, que la otrora excepción, es hoy la regla, y que ésta bien puede ser el puente para un mal mayor, un endémico proceso de corrupción que siempre absorbe al poderoso, al que se cree capaz de todo y el que decide sobre los demás. Se afirma, en dicha noticia, que más del 90% de las megaobras con las que el Gobierno Central pretende encandilar a un país sumido aún en la pobreza han sido producto de adjudicaciones directas. Al parecer, lo afirmado en la campaña por el No, respecto al nacimiento de una Burguesía Azul, tiene fundados motivos de ser real. Y, seguramente, correrán las maletas cargadas de comisiones, y habrán más “personas de enlace” y los poderosos recibirán el diezmo que ambicionan y que les permite seguir comiendo del poder; y usted, y yo, y todos aquellos que pagamos impuestos continuaremos alimentando a la bestia corrupta e infecta que nos devora día a día y obra con obra. Y, allí están los datos y los medios los denuncian porque sencillamente, es lo correcto. Y vemos en los hechos las obras adjudicadas de manera directa, y tenemos así (incluidas las iniciadas, en curso, finalizadas, contratadas y desiertas): la carretera Oruro – La Paz, Tramo Ivirgarzama-Ichilo, la Planta de urea y amoniaco de Bulo Bulo, el Proyecto Hidroeléctrico Rositas, Tranvía Santa Cruz, Planta industrial de sales de potasio, San Buenaventura, tres perforadoras para Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, el estadio para los Juegos Odesur y quien sabe cuántas más habrán, porque mi buen lector, esto es sólo la punta del iceberg.

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