El ocaso de las prioridades

“Una cosa que es más importante que la otra”, es la definición más sencilla que podríamos encontrar para identificar lo que es una prioridad, y así, como suena, se ve sencillo y hasta lógico, pero en la vida diaria no resulta tan fácil de aplicar éste axioma tan franco; y nos sucede, como ciudadanos de a pie, como sujetos de errores y defectos que cuando debemos hacer algo correcto, a veces hacemos lo incorrecto, porque queríamos, porque las pasiones se impusieron sobre nosotros, porque somos sujetos de un hedonismo tan marcado que hasta un helado puede derrotar la voluntad más férrea, pero somos así, somos humanos, podemos errar, pero esos errores, normalmente, nos afectan sólo a nosotros. No sucede lo mismo con los errores de otros, porque no entender las prioridades sucede también en las altas esferas, en aquellas cúpulas de gobierno que cada vez se ven más distantes y ajenas a la realidad que vive el de abajo, el que no tiene mucho o lo poco que tiene lo tiene endeudado e hipotecado, el que vive el día a día luchando por llegar a fin de mes, por pagar al empleado, por mejorar de coche, por pagar la renta, por pagar las multas de años rancios que Impuestos y nadie más recuerda, por pagar las obligaciones y un sinfín de problemas que resultan irrelevantes para la clase política nacional; y ésta élite política es la que define sus prioridades, no siempre pensando bien, muchas veces pesa más el partido político, la defensa estratégica del líder o los intereses que se pretenden implementar a costa del show, del espectáculo, de cosas como el Dakar, de las cientos de canchitas de fútbol, de los múltiples viajes del poderoso, de los bonos que sí convienen, de la propaganda masiva, de las múltiples concentraciones que alaban al Gran Dios en la Tierra a cambio de su ficha de asistencia, y muchas otras acciones más que en el fondo restan , pero que en la forma enriquecen el ojo del que domina, y mientras el que rige esté feliz, sus seguidores también lo estarán, porque para ellos su prioridad es esa: “¡alabemos al supremo!, ¡bendito el piso que pisas!”, pero no ven el fondo, no ven que lo que hacen es una vaina, y que como toda vaina tiene su riesgo. Pero claro, con todo y eso el Supremo le mete no más y estará feliz, ajá, dirá y su deseo se cumplirá, su prioridad se establecerá, y luego nuevamente afirmará, ajá, y lo que su mente piensa será lo que sus seguidores anhelen, y así pasará, en oficialismo o en oposición, porque todas son vainas, pero las vainas se acaban, téngalo por seguro, y si bien darán inicio a otras nuevas, las viejas se podrirán en el remanso del olvido. Y las prioridades se invierten y el de arriba no entiende, y las vainas crecen más y más, y un día, recuérdelo usted, el poder también se volteará y el de arriba estará abajo, y las prioridades serán otras y la historia será diferente.

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