La corrupción, usted y yo

El término corrupción es muy amplio y suele relacionarse al abuso del poder público en busca de un indebido beneficio particular, sin perjuicio de que también se encuentra relacionado con los delitos o faltas que puedan cometerse en el ámbito privado, el vocablo es tan temible que es considerado sinónimo de descomposición, putrefacción, podredumbre, depravación, perversión, vicio, peste y, por supuesto, deshonestidad. Transparencia Internacional es una organización fundada en 1993 con el fin de promover medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional, su sede principal se asienta en Berlín (Alemania) y tiene representantes en más de 70 países. Esta entidad anuncia desde el año 1995 el Índice de Percepción de Corrupción, trabajo que mide los niveles de percepción de corrupción en el sector público bajo la definición precisa de que la corrupción constituye “el abuso del poder encomendado para beneficio personal”, con este fin emplea una escala que va del cero (considerada una percepción muy corrupta) hasta el cien (que sería la ausencia de corrupción). En su más reciente informe Bolivia cayó estrepitosamente catorce sitios, ubicándonos en el puesto 113 de una lista cuyo total llega a 176 países. De un modo resumido podríamos afirmar que estamos peor que el pasado año (en dicha gestión ocupamos el puesto 99, un sitial que tampoco era digno de orgullo). A nivel de puntuación alcanzamos un 33 sobre 100. En la región ningún país se encuentra en el top ten de los países menos corruptos (listado que encabezan orgullosamente países como Nueva Zelanda y Dinamarca) y recién vemos a Uruguay aparecer en el sitio 21, seguido por Chile en el 24 y Costa Rica en el 41. Los demás van apareciendo más allá del puesto 50, así surgen en orden: Cuba, Brasil, Panamá, Colombia, Argentina y El Salvador; y recién pasando la línea del centenar están Perú, Bolivia, Ecuador, República Dominicana, Honduras, México, Paraguay, Guatemala, Nicaragua, Haití y cierra la tabla Venezuela. Si bien es cierto que el Vicepresidente ha rechazado el informe calificándolo de sesgado y políticamente orientado, no es menos cierto que podemos pararnos en la esquina de cualquier calle de nuestras ciudades y preguntar a la gente su opinión respecto a la corrupción, y tendremos similares resultados en la percepción de la población, porque todos conocemos que la corrupción existe, que está en el policía que vende la roseta de inspección vehicular, en el funcionario que ofrece agilizar el trámite, en el ejecutivo que nombra a dedo en el cargo que debiera ser sujeto a concurso, en el juez que pide coima, en la autoridad que pide el carnet del partido político antes que el currículum, e incluso en usted y yo, que estamos ya acostumbrados a vivir en la corrupción. De poco servirá que se nombren jefes de transparencia en los ministerios, porque el Estado en vez de crecer tanto debería de achicarse y usar la tecnología como reemplazo de un sinfín de trámites burocráticos en los cuales late el germen de la corrupción, y debiera contratar técnicos en vez de políticos en todos los cargos de la administración pública. Pero eso es como pedirle peras al olmo. En fin, el Índice de Percepción de la Corrupción está ahí y, creo yo, que más allá de lo que afirmen nuestras autoridades dicho trabajo refleja una dolorosa realidad.

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