Por respeto al TIPNIS

TIPNIS significa Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, se ubica en los departamentos bolivianos de Cochabamba y Beni y ocupa una extensión superficial de 12.363 km², es considerada una de las áreas de mayor biodiversidad del mundo, y es, o mejor dicho era, un área protegida por doble partida, es decir, por constituir un territorio habitado por pueblos indígenas y por ser un parque nacional rico en flora, fauna y hogar de distintas especies. Este hermoso espacio, tal cual se dibuja el panorama actual, se verá afectado por una carretera de concreto que, bajo el rótulo de “amigable”, impulsará nuevamente la invasión humana en los hogares de todo tipo de animales, los que, a su turno, morirán de uno u otro modo, a costa de sostener la visión unidireccional de desarrollo que sostiene la humanidad. La historia, escrita, por supuesto por humanos, nos dice que el hombre ha transformado la naturaleza para lograr los más bellos avances en su ciencia y en su arte, y a ese título hemos devastado bosques, secado ríos, contaminado mares y corrompido el aire; la religión, por su parte, nos dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza para que ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y tristemente nos lo hemos creído, y ejercemos esa superioridad de dioses chiquitos en todo escenario que se nos presenta, porque sencillamente nos sabemos racionales, porque nos creemos infinitamente gloriosos, con nuestras carreteras que derriban árboles, con nuestros coches que vomitan carbón y con nuestros edificios que consumen energía. Triste resulta admitir que vivimos enceguecidos por nuestro ego, el que resulta monumental para una especie tan parasitaria como en verdad somos, porque dentro nuestros frágiles cuerpos de zozobra nos creemos todo poderosos, y según nosotros, ya sea amparados por un Dios que todo nos permite o por nuestras leyes que todo lo hacen posible, nos damos el lujo de destruir un mundo que no nos pertenece. No discuto que una carretera traerá desarrollo, pero no dudo, ni si siquiera un milímetro, en que una autopista, por muy pequeña que sea, sí dañará el medio ambiente, porque así fue siempre y tal situación no cambiará por el simple hecho de que ahora el gobierno lo diga, porque en el fondo éste análisis es sencillo, porque esas áreas verdes son el cobijo de muchas especies, y si nos ponemos en el lugar del otro, seguro estoy que no nos gustaría que otra especie, presuntuosa y arrogante, venga a construir una carretera que atraviese nuestro hogar, por mucho que explicasen, una y mil veces, que esto traerá desarrollo y progreso para ellos. Es tiempo de que dejemos de lado la visión egoísta de que el desarrollo es únicamente el que viene de los dólares, el que proviene de los colosales camiones que trasladan los productos de consumo humano o el que puede derivar de la contaminación reiterada y sistemática del mundo. Es tiempo de que respetemos la naturaleza, incluidos sus bosques y sus animales. Por eso, por un principio de respeto, creo que deberíamos cuidar el TIPNIS en lugar de destruirlo. (Imagen tomada de: http://revistaideele.com/ideele/content/bolivia-las-lecciones-del-tipnis)

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