No hay peor ciego que el que no quiere ver

El Código del Sistema Penal es, indudablemente, el argumento inicial de un reclamo mayor, de un pronunciamiento radical que envuelve, bajo la más pura exigencia de justicia, a miles de ciudadanos que expresan hoy su rechazo al lado negativo del Proceso de Cambio, a la cara oscura de un proceso que hace mucho ha empezado a romper la ley, y que en los tiempos recientes ha mostrado, nuevamente, ese deseo insaciable por quedarse en el poder. Se alimentan estos grupos humanos con todos los que están cansados del discurso cargado de odio, del afán prorroguista, de la manipulación legal, de la intromisión en el poder judicial, de la carencia técnica en las instituciones públicas y del poco soporte a la iniciativa particular. Curiosamente, quienes más avivan la hoguera son las principales autoridades del Proceso de Cambio, porque lejos de dar un discurso conciliador, prefieren sembrar tempestades y acrecentar el odio que ellos mismos han generado entre los hermanos de un mismo pueblo. Cuando el Presidente afirma el origen político de estos movimientos, acierta, ya que tras estos afanes de huelgas y bloqueos y marchas infinitas, está el legítimo derecho de opinar, el correcto afán de criticar lo que nos parece indebido, en resumen: el derecho de cada ciudadano a hacer política. Porque en los reclamos y pancartas de los miles de ciudadanos que cotidianamente se movilizan contra lo que consideran un abuso, van muchos que reclaman directamente contra la infamia del tribunal constitucional masista, o contra la angurria incesante y enfermiza por el poder, o contra las decenas de canchitas que pretenden reemplazar los hospitales hoy ausentes, y, claro, contra el egocentrismo desmedido del primer mandatario. Pero no hay más ciego que el que no quiere ver, y en esa lógica se equivocan los dirigentes masistas cuando pretenden descalificar auténticas acciones ciudadanas, tal el paro ciudadano del martes 16 de enero en Cochabamba, o, los otros reclamos que, en otras regiones, también se han realizado. Porque habría que ser ciego para no percibir, con claridad y precisión, que el paro ciudadano del pasado martes, fue una acción histórica de un pueblo que dijo ¡basta!, porque es fácil identificar en las calles cerradas por vecinos de a pie, el fastidio que se siente con la situación actual, porque la gente no quiere sentirse cerca de Venezuela ni de Cuba, y prefiere un desarrollo propio, marcado por la tolerancia y la comprensión entre todos los bolivianos, cosa, que, el Gobierno actual parece incapaz de hacer. (Imagen tomada de: http://gantillano.blogspot.com/2013/01/no-hay-peor-ciego.html)

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