El empate catastrófico boliviano


Nuevamente Bolivia se enfrenta a un empate catastrófico entre los propios bolivianos, ya esta figura se había presentado de forma histórica con distintos actores y coyunturas pero con idénticos resultados, vivimos tal cual el perro del hortelano “no comemos ni dejamos comer”.
El pasado fin de semana el Presidente de la República, más allá del fraude que se podría haber montado, demostró que sí tiene apoyo en gran parte del país y salió fortalecido del proceso electoral, llevándose con él las Prefecturas de Cochabamba y La Paz. Por otro lado los Prefectos de la Media Luna recibieron un masivo respaldo regional y se posicionaron bien en sus puestos con una posición igual a la del Presidente Morales.
¿Qué gano Bolivia?, pues nada, la confrontación sigue, los Prefectos se sienten más fuertes y el Gobierno también. Un famoso dicho indica que cuando dos elefantes pelean, quienes sufren las consecuencias son las hormigas, en este caso mi estimado lector las hormigas somos la mayoría de la población que buscamos donde guarecernos de la lucha entre estos dos gigantes.
El diálogo que era esperado como una solución posible a este entuerto no tuvo los resultados esperados, el Gobierno pretende aprobar su Constitución incluyendo el estilo de autonomías de la Media Luna y esta última busca el retorno del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) para sostener precisamente su sistema, en esta lógica no se tuvo acogida de ninguna propuesta y nuevamente continuamos en un empate sin solución..
En ambos casos la visión está equivocada, toda vez que lo adecuado sería llegar a un pacto para designar autoridades del Tribunal Constitucional, quienes – garantizando imparcialidad – puedan poner orden en el caos institucional en el que vive Bolivia. Este Tribunal deberá, en estricta justicia, manifestarse sobre la constitucionalidad de la Constitución Propuesta por el MAS, las autonomías implantadas de facto por la Media Luna y por supuesto el mismísimo referéndum revocatorio, en todos los casos con altas probabilidades de abrir las viejas heridas que tanto daño le han hecho al país pero que deben de tocarse a fin de empezar nuevamente por un camino correcto y con las responsabilidades del caso. En breve, volver a fojas cero y hacer las cosas bien desde el principio.
En este momento, el mensaje del Referéndum no debe enfocarse en que cada bando es más fuerte y por ello puede exigir más (que es lo que parecen haber entendido tanto el Gobierno como la Media Luna), el mensaje apunta a que el país está dividido, que en un lado se exige “mano dura” y en el otro se amenaza con no permitir el acceso de autoridades nacionales, que la ciudad y el campo cada vez se distancian más y nadie reconoce que bolivianos somos todos, que la intolerancia y el racismo se acentúan y es tema de chiste y conversación en las mesas de los hogares, el mensaje refleja la crisis en la que está Bolivia, muestra lo duro de vivir en un lugar en que se enfrentan todos contra todos, en un lugar en que se hicieron las cosas mal.
En este sentido las regiones no deberían planificar paros cívicos, deberían exigir diálogo y concertación, el Gobierno igualmente debe – por todos los medios existentes – sostener las posibilidades de diálogo en beneficio último del país, si para ello es preciso dejar de lado lo trabajado por la Asamblea Constituyente bien debe hacerse, es un precio justo a pagar, si es preciso sacrificar las autonomías para llevarlas por el camino correcto es algo que también debe otorgarse.
La actitud responsable de las autoridades en este momento es ceder en sus pretensiones y poner en la mesa de discusión sus autonomías, su constitución, su “patria o muerte”, sus presiones, sus paros cívicos, en fin dejar sus radicalismos y confrontar ideas sobre un plano técnico que beneficie a la nación en su conjunto, bien decía Jorge Luis Borges: “Nadie es Patria, todos lo somos”.

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