¿Estado fallido?


El informe de “Estados débiles y fallidos” publicado por el Gobierno de los Estados Unidos hace referencia a México como un estado en el cual el caos puede ser algo peligroso debido al narcotráfico a través de la frontera norte y el crimen organizado. Ante este informe el Presidente mexicano Felipe Calderón manifestó que las fuerzas del orden en su país tienen el control de todo el país y rechazó lo sindicado en el reporte, esta definición que apunta a lo dicho por Max Weber y que define al Estado como la entidad que detenta el poder, va más allá de los indicadores que se emplean en este tipo de informes para hacer referencia a un Estado débil o fallido.
Dentro estos indicadores no solamente se incluyen aspectos referidos al control efectivo del poder por parte de fuerzas de seguridad pública, si no que se incluyen variables de tipo social, político y económico.
Así pues entre muchas variables figuran dentro el plano social: las presiones demográficas, el movimiento de refugiados, las venganzas mutuas entre grupos de poder o clanes y la acción desestabilizadora de organizaciones criminales.
En lo que a economía refiere tenemos la uniformidad del desarrollo económico y sus variaciones con distintas clases sociales.
En lo político destaca el nivel de corrupción del gobierno, el deterioro de los servicios públicos, las violaciones a los derechos humanos, la presencia de grupos que plantean su propia ley y la fractura del orden social a lo largo de líneas religiosas o castas.
Si bien se puede afirmar – con cierto grado de certeza – que estos informes son más ruido que nueces, no dejan de ser un factor interesante para poder percibirnos como Estado y ver algunos aspectos que en el fondo de todo bien deben ser considerados por todo país que se precie de sólido.
Bajo esta lógica y analizando a nuestra realidad nacional tendríamos dentro lo social que no existen presiones demográficas peligrosas, claro está que el tema de la Media Luna bien podría interpretarse como una región bien definida contraria al orden instituido por el Gobierno de turno pero que todo caso tampoco viene planteando su independencia. En el caso de refugiados la situación conflictiva del país es mínima (pero no por ello menos importante) al referirnos a ciudadanos pandinos que buscan tal condición en Brasil al sentirse perseguidos por el actual Gobierno. Finalmente podemos dar gracias a Dios de que no existen mafias organizadas en el país, al menos no en la medida en que se puede apreciar en otros países por lo que la acción desestabilizadora de organizaciones criminales no es un tema relevante para Bolivia.
En lo económico el desarrollo económico viene tropezando con una inestabilidad fuerte fundada en el temor a la seguridad empresarial, en la falta de fomento a la iniciativa privada y a la crisis que se avecina – que si bien es probable no tendrá una incidencia tan terrible como en otros países – no puede excluirse de cualquier análisis. Lo propio puede decirse de la inflación que llega en desmedro de casi todas las clases sociales con el consiguiente encarecimiento de la vida y la pérdida de la capacidad de ahorro.
En lo político el tema de la corrupción dio un nuevo giro con el caso de Santos Ramírez y su red de corrupción que amenaza incluso con salpicar al mismo Presidente de la República, en todo caso el tema de los camiones de contrabando de los que se acusa al Ministro Quintana también quedó en el tintero, amén de la corrupción de menor nivel que cotidianamente debemos ver en distintas reparticiones del Estado. En lo que respecta al deterioro de los servicios públicos basta con intentar sacar una cédula de identidad o la licencia de conducir para darnos cuenta del deterioro de estas instancias donde el ciudadano común y corriente es maltratado a vista y paciencia de todos. Sobre las violaciones de los derechos humanos bien podemos preguntarnos ¿cuál es el nivel de respeto que tiene nuestro Estado cuando se ha lanzado una cacería de brujas sin precedentes en los últimos años de gobiernos democráticos? Sobre la presencia de grupos que plantean su propia ley y la fractura del orden social a lo largo de líneas religiosas o castas no es un tema 100% evidente en el estricto sentido de lo religioso o radical, pero sí existen fracturas notorias en el orden social cuando hablamos de bloqueos, marchas, tomas de instituciones, cercos populares, linchamientos y otros.
Tal cual mencioné antes es posible que varios de estos informes sean muy subjetivos y hasta políticos, pero también es bueno recordar que la Biblia indica que es bueno ver no solo la paja del ojo ajeno sino el tronco que llevamos cada uno.

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