La inseguridad y el narcotráfico, una cuestión de todos

No es solo problema de Santa Cruz el incremento en los grados de violencia que se registran últimamente, las pavorosas imágenes del pasado jueves mostraban como los antisociales disparaban sin temor alguno a la cabeza de una de las víctimas y esto provoca ya lógicas reacciones de los vecinos, quienes incluso armados, amenazan con defenderse a mano propia. La inseguridad es un problema persistente, se hace necesario tomar acciones concretas, la falta de recursos de la policía nacional es evidente. De pronto era más lógico implementar buenas unidades policiales en todo el país en vez de comprar un avión para el Presidente, a lo mejor podríamos pagar salarios dignos a los uniformados (evitando de este modo la corrupción) en vez de subvencionar contra-marchas o el traslado de cientos de productores de coca para que asistan a reclamar por esto o aquello, o finalmente a gritarle vivas al Proceso de Cambio. Esta realidad, esta carencia de recursos es algo evidente y se la respira desde hace años, en la Policía Nacional, en los Bomberos y en toda entidad fundamental del Estado. Y es que el problema va más allá de lo meramente delictivo, sin quitarle su grado de complejidad y por supuesto su importancia, pero ya se nota que debajo mana un elemento más dañino y que ha logrado colapsar, en distintos niveles, sociedades tan destacadas como la mexicana, y ese elemento tóxico no es otro que la actividad del narcotráfico. Cada vez son más las acciones en las que se encuentran fábricas de droga, más la droga boliviana que es descubierta en rutas aéreas internacionales y cada vez es mayor el poder que detenta el narcotráfico boliviano. La salida de la DEA, más allá de las denuncias del ex ministro Quintana o de las arengas pro socialistas y anti imperialistas de los funcionarios de gobierno, cualquiera sea su nivel jerárquico, no ha sido una buena idea en lo que a lucha contra el narcotráfico refiere. Este tinte, mal oliente y poderoso, está dañando la imagen, no solo del gobierno de turno, sino del país en su conjunto, ser productores y exportadores de droga no es un rótulo que nos enorgullezca. Pero aún peor es el aditamento que necesariamente acompaña al desarrollo del narcotráfico: la violencia, lo que deriva en la inseguridad que hoy viven cientos de bolivianos. Los ajustes de cuentas, los casos sin resolver, el daño a los hijos y a las madres, es algo que viene al país a quedarse, y las autoridades no logran dar solución a este problema. Es necesario, cortar de raíz todo este tipo de procesos negativos para la imagen del país y por ende de los bolivianos, es preciso que el país retome un caudal de seguridad que ya hace años viene reclamando, solo que ahora, debido al incremento en el proceso ilegal del narcotráfico, se ve más duro y amenaza de peor manera a la supervivencia de nuestra sociedad. Queda la esperanza de que Brasil, en su calidad de líder regional, a decir del Representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Cesar Guedes, pueda cooperarnos en la lucha contra el narcotráfico. Pero paralelo a esto y más allá del narcotráfico, en un tema de fondo como la inseguridad, es necesario que las autoridades nacionales inviertan más recursos en aspectos básicos como sanear a las entidades de orden y seguridad estatales, capacitarles, dotarles de todos los recursos necesarios y de este modo dotar de seguridad ciudadana a la población en su conjunto.

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