Bolivia, la corrupción y nosotros

La percepción de una alta corrupción en el país no es una sorpresa, lo sabe el ciudadano de a pié tan bien como sabe que luego del día viene la noche, en su último reporte, la organización Transparencia Internacional nos ubica en un puesto peor que el obtenido en su evaluación pasada, bajamos del puesto 110 al 118 (de un total de 183 países). Como antecedentes valga mencionar que el 2007 estuvimos en el lugar 105, el 2008 en el 102 y el 2009 en el 120, siempre entre los peores. En la región somos menos corruptos que Venezuela (puesto 172) y Paraguay (ubicación 154), pero estamos lejanos de lo que han obtenido en materia de lucha contra la corrupción países como Chile (ubicación 22) y Uruguay (posicionado en el 25). Uno de los factores más complejos para la infestación y proliferación de la corrupción es la debilidad institucional en los países del área, y si nos ponemos a analizar la situación nacional este es un problema mayúsculo ya que en todas las direcciones donde veamos podremos ver maniobras de todo tipo y color en beneficio de particulares, casi nunca de las instituciones y menos aún del país. De esto, son reflejo, los partidos políticos tradicionales y conforme se pudo ver en gestiones recientes, el gobernante Movimiento al Socialismo tampoco está exento de este tipo de falencias. Y es que en materia de corrupción, todos podemos ser culpables, ojo que no digo que todos seamos corruptos (al menos no de una manera consciente), pero sí es evidente que en la larga cadena de hechos de corrupción con la que nos topamos diariamente existen muchos eslabones, y muchas veces nosotros también somos culpables. En el momento en que damos la coima para agilizar el trámite (timbre de aceleración o denominaciones similares, que sea en broma o sea en serio, muestran el alto de grado de corrupción que tenemos en el país), y nos hacemos cómplices del acto delictivo, muchas veces por evitar el maltrato al cual se somete uno cuando realiza un trámite público, muchas veces por urgencias y muchas otras porque simplemente las cosas en el país funcionan así. Incluso cuando un ciudadano comete una infracción de tránsito el comentario clásico es darles una “coima”, una "mordida", o incluso tener que escuchar la propuesta de corrupción que viene de la autoridad: "su falta es menor, si quiere puede ir al banco a pagar la multa o si quiere puede ayudar voluntariamente", y ahí es que nos convertimos en un miembro más del clan de la corrupción que circula en nuestro país, y de este tipo de ejemplos tenemos muchos, lamentablemente demasiados. Si bien es evidente que lo afirmado llega a ser una realidad dolorosa, es también el primer paso en la solución de este tipo de situaciones. Al ser nosotros un escalón más en este círculo vicioso de la corrupción, bien podemos cortar su flujo maloliente y denunciar los hechos de corrupción que se nos presentan, no dar la “coima” y preferir pagar en el banco la multa cometida, ser honesto y cumplir con honestidad desde la fila hasta el trámite que corresponda, es difícil, es más hasta incluso soñador o inocente llegar a creer en una Bolivia libre de corrupción, pero es el país al cual nos debemos y seguro que todos los padres de Bolivia desean para sus hijos un país transparente y eficiente, sin corrupción y del cual podamos sentirnos orgullosos. Este paso lo podemos dar nosotros, está en nuestras manos. Aún tenemos mucho por hacer, incluido el Gobierno Central que por supuesto no está exento, como ninguno de nosotros, de luchar contra la corrupción.

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