En justicia corresponde

En un país en el que la gente tiende a solucionar sus problemas con agresiones y sus autoridades dan el ejemplo, poco o nada podemos esperar de un futuro digno y sano para nuestros hijos, Bolivia, desde más allá de lo que la memoria puede recordar, ha solucionado sus disputas y problemas con sangre y dolor, con la política impuesta por sobre la razón y el buen criterio, nunca nos dimos la oportunidad de sembrar una cultura permanente del diálogo ya que siempre fuimos lo suficientemente egoístas como para primero pensar en nosotros y en nuestros intereses particulares en vez del conjunto social del cual somos parte. Esta visión, tan negativa y hasta odiosa, se ha presentado en todas las culturas y civilizaciones, ni los griegos se salvaron de tal situación cuando desterraron a notables ciudadanos que en su momento fueron héroes de guerra o a sus sabios más connotados a quienes incluso condenaron a muerte, su naciente democracia con las piedrecitas negras y blancas ya tuvo las falencias que hoy en día encontramos en la democracia de distintas latitudes. Bolivia, mi estimado lector, no es la excepción a esta regla. Dentro esta conglomerado democrático subsisten, sin mayores beneficios, ciertos segmentos poblacionales que por sus características propias merecen un trato distinto, en su momento estos grupos se acoplan a la realidad que les rodea, sin beneficios, sin favores y así lo asumen, hasta que un buen día, organizados y juntos, deciden reclamar por aquello que consideran justo. Uno de estos segmentos poblacionales lo constituyen las personas con capacidades diferentes, quienes durante años han vivido en ciudades que, aclarémoslo bien, no son para todos, con edificaciones que ni siquiera tienen accesos para sillas de ruedas y con una gama de irrespetos que van desde el que parquea en su acera hasta el gobierno que niega sus derechos. Imagine usted lector, que si para una persona es difícil moverse en una ciudad en la que las aceras se ven en distintos niveles, con baches, con transportes no preparados para poder dar un servicio adecuado, con semáforos hechos solo para los que pueden ver, y con una inconsciencia fatal de parte de la ciudadanía en la que se cree que ayudar es sinónimo de limosna, imagine ahora lo que será ser una persona con capacidades diferentes y vivir en Bolivia. Por eso, sin más preámbulos, sin mayor consideración que las complejidades que la vida y nosotros colocamos a este segmento social, bien creo que el Gobierno Nacional podría destinar recursos a estas personas, quizás quitarle un tanto al Palacio de Gobierno Pluriarquitectónico que se pretende construir, o quizá evitar las concentraciones masivas de personas afines al MAS en las que se subvenciona transporte, comida y hasta un estipendio, seguro que en algún lugar de la monstruosa y aparatosa burocracia estatal existe una forma para obtener recursos, que en justicia corresponde. http://ronniepierola.blogspot.com

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