Librepensantes

En días pasados, el Vicepresidente del Estado afirmó que en el Movimiento al Socialismo (MAS) no existe espacio para los “librepensantes”, acotando que el partido de gobierno sostiene un “centralismo democrático”, fruto de lo cual se deriva en la toma de postura o posición a nivel orgánico. Resume el vicepresidente su postura manifestando: “Quien quiere ser librepensador tiene un café para debatir, quien quiere militancia comprometida con los movimientos sociales y con la historia del pueblo tiene reglas que cumplir: centralismo democrático y consenso interno, posición única”. Tales aseveraciones traen a la mente la novela política de ficción distópica “1984”, escrita por el inglés George Orwell y publicada en 1949, historia que trata sobre el omnipresente Gran Hermano, cuyo brazo operativo era denominado la Policía del Pensamiento, entidad que se ocupaba de reprimir y detener a los ciudadanos que piensan por sí mismos, llegando incluso a definirse a esto como un crimen (crimental, según la obra referida), siendo esto - por supuesto - el máximo delito para el partido gobernante (Ingsoc, según relata la obra literaria). Esta novela, clásica dentro su estilo y género, muestra una sociedad dominada por la figura del Gran Hermano, cuyo posición y postura, reflejada en los criterios que determine el partido, es la única posible, no existiendo tolerancia para los libre pensadores y más al contrario eliminando cualquier criterio en contrario que pueda amenazar la estructura de poder imperante. En diversos lugares del mundo, incluida Bolivia, se vive en un sistema de gobierno conocido como la democracia, en el que el poder existente en el Estado recae en el pueblo en su conjunto, que organizado y delimitado normativamente tiene representantes que administran la gestión pública y donde el pluralismo es plenamente permitido, siendo por ende un requisito el pensamiento libre de los integrantes de la sociedad. En conclusión, en la democracia, sí existe espacio para los librepensantes. Es evidente que el partido de turno maneja una línea política definida, aspecto que en numerosas ocasiones ha derivado en críticas lanzadas desde diversos sectores en sentido de que sus bases, carentes de formación académica en muchos casos, no representan un grupo humano crítico, por ende resultan fácilmente manejables. Sin embargo, la democracia encuentra su fortaleza en la libre postura ideológica de sus ciudadanos, aspecto que todo ente político debiera promover, incluido el MAS. Es aceptable que una postura orgánica sea definida dentro el consenso de sus autoridades y sus bases, pero si alguien no está de acuerdo en dicha definición, está en todo su derecho de expresar su desacuerdo por las razones que a él o ella le competan, no procediendo coacción ni amenaza alguna. Es necesario que las autoridades, en todos sus niveles, puedan promover el libre pensamiento social, el razonamiento crítico y – por supuesto – la libertad de expresión. El futuro de la democracia tal cual la conocemos depende de ello.

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