Siria

Oficialmente conocida como la República Árabe de Siria, se ubica en el Oriente Próximo, en el margen oriental del Mar Mediterráneo, políticamente el partido del actual gobernante, Bashar al – Asad, es el mayoritario y por norma se permite la participación de otros seis frentes políticos, únicos autorizados a expresar ideas políticas en el país y que son parte del Frente Nacional Progresista, que a su turno está manejado por Asad. Este país puede sonar a un país lejano, ajeno a nuestra realidad, costumbres y manera de pensar, su ubicación geográfica es poco conocida y su presencia en temas de interés popular es escaza. Pero resalta hoy su nombre por los problemas a los que se enfrenta, las imágenes mostradas al mundo han expuesto el (muy) posible uso de armas químicas contra grupos civiles en zonas controladas por la oposición al gobierno. Como antecedentes se tiene que el país vive ya más de 28 meses en guerra civil, sin contar los del último ataque ya van más de 100.000 muertos y más de un millón de sirios han escapado del país (el país cuenta con una población aproximada de 20 millones). Dice mucho también que el país, desde la década de los setentas, esté dominado por la dinastía de los Asad. Bien dicen que cuando un grupo manda, ya no se vive en democracia, por ende, el reclamo de los rebeldes, centrado en mejorar sus propias condiciones de vida, adquirir más derechos y respeto a las libertades civiles, no deja de ser un pedido valido. Pero ¿cuál la relevancia de Siria hoy? y ¿porqué escribo este artículo sobre el tema? La respuesta es muy simple, toda tiranía debe ser rechazada, provenga de donde provenga, todo abuso debe ser motivo de atención de una comunidad internacional que muchas veces peca de callar u omitir cuando debiera de sostener acción, no soy partidario de la guerra, la muerte nunca será una solución, pero muchas veces las circunstancias nos obligan a efectuar un balance entre los bueno y lo necesario, debiendo acudirse a veces a priorizar estas últimas para poder imponer principios tan básicos como los derechos humanos o la paz. Si en los años treinta del siglo pasado la comunidad internacional no hubiese actuado contra males tan espantosos como el Nacional Socialismo Alemán, muy posiblemente la historia sería hoy otra, y se precisaron de miles de personas que, valientemente, lucharon por valores tan altos como la libertad, la igualdad y el respeto al ser humano, más allá de su condición o su credo político o religioso. El uso de armas químicas viola principios de humanidad, atacar a civiles lesiona criterios básicos de todo tipo de intervención militar moderna, lo que se vio en los reportajes de cadenas noticias de tanto prestigio como la BBC denota el uso de elementos que destrozaron a las personas sin que estas muestren sangre, sus nervios, sistema respiratorio y humanidad en sí, fueron corroídos desde dentro. Este tipo de situaciones no pueden ser toleradas. Es asimismo cierto que no es la primera vez que en la historia se presentan este tipo de ataques, ya lo hizo la Secta Verdad Suprema en Japón (1994 y 1995), Sadam Husein en la guerra entre Irak e Irán (1980 – 1988), los mismos norteamericanos en la Guerra de Vietnam (1961 – 1967), la Italia fascista en Etiopía (1935 – 1936) o Libia (década de los 30), Japón en China (1934-1942), España en Marruecos (1921-1926), la URSS (1919) y en la Primera Guerra Mundial cuando las tropas alemanas atacaron a las francesas (1915 y 1917). A la par, en la Segunda Guerra Mundial y en otros enfrentamientos bélicos se cree su uso en distintas situaciones, en todos los casos con resultados macabros. Radica en esto que el pedido del Presidente Obama tiene asidero, en cortar el uso de este tipo de elementos, es cierto que nadie nombró a los Estados Unidos la policía del planeta, pero no es menos cierto que ante la ausencia de acción, el mal puede avanzar, y ahí corremos riesgo todos.

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