El orden global

El 2016 fue un año de resultados interesantes, algunas de estos considerados importantes al punto de llegar a preguntarnos sobre su relevancia para el futuro del orden mundial hasta ahora imperante. El Bretix británico (junio) y la elección de Trump en Estados Unidos (noviembre) podrían verse, desde lejos, como las noticias más relevantes y que pareciesen cortar un sistema dominante en gran parte del mundo. Muchos ven estos dos hechos como el fin del establishment político e incluso para algunos el fin de la globalización y del liberalismo. Lo cierto es que existe una reacción de descontento con los resultados obtenidos en términos de la política tradicional, reflejada no sólo en las instituciones públicas, sino también en los medios de comunicación, las empresas y hasta la religión. Sin embargo de ello, existe también una lectura errónea en sentido de que las ideas liberales habrían empezado a cavar su tumba, o que la Globalización dará un giro inesperado en el que las ideas nacionalistas se impondrán por sobre los acuerdos comerciales, este tipo de interpretaciones van ya a un extremo en el cual tratan de identificar el cansancio reflejado en las urnas contra el político corrupto de siempre, con un supuesto agotamiento ideológico que en términos de realidad no es cierto. Lo evidente es que las sociedades, y está sucediendo en el mundo entero, se aburren una y otra vez de los políticos de siempre (sean éstos de izquierda o de derecha, nuevos o reelectos) y exigen una sociedad con mayor participación del empresario, del ciudadano, y quizás menos de un Estado que tiende a ser, o al menos parecer, corrupto aquí, en Estados Unidos o en la China. El orden global no morirá, aunque el difunto Castro así lo hubiese proclamado una y otra vez, y ello porque este ya no es un tiempo de ideologías, porque la ideología no da de comer, porque en términos de libertad el orden mundial, si bien imperfecto en muchas cosas, aún presenta muchas oportunidades. Pero el orden mundial tiene desafíos, y son temas pendientes tan relevantes como: el medio ambiente, la desigualdad económica, el terrorismo, la migración, la igualdad de género y el avance implacable de la tecnología. Sin embargo de lo cual el liberalismo moderno, con sus ideas de respeto al individuo y sus iniciativas, el cuidado del medio ambiente, la libertad de expresión, el respeto a las minorías y la democracia, no está aún en juego.

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