El auténtico depredador

El Ministro de Gobierno manifestó sentirse profundamente dolido y traicionado por la actitud de los médicos cuando las bases rechazaron el pre acuerdo que se había trabajado en mesa de negociación, obviamente porque él entendía que en dicho pacto ya radicaba la solución exquisita a su necesidad apremiante, pero ello no se dio, quizás por la carencia de argumentos técnicos, quizás porque es otra cosa negociar con profesionales, quizás porque hoy en día nadie confía en el Gobierno. Sin embargo, este amargo sentimiento trae a mente una figura inversa, un cuadro apocalíptico en el que aquel diálogo limpio y de buena fe que hoy reclama el Gobierno, fue lesionado una y mil veces, no por un sector social, sino por el mismo régimen de turno, tal el caso del Tipnis y su maltrecha Ley de Intangibilidad, donde la población en su conjunto vio que de nada sirven las masas marchando por los maltrechos caminos del sacrificio, porque luego de asumir compromisos y adoptar la hipócrita cara de medioambientalista, el poder decidió cambiar de estrategia y, como suele hacer, le metió no más, y habrá seguramente la carretera que destruirá bosque y monte y habrá el progreso destructor al que estamos acostumbrados los humanos. Pero este tipo de dolor y traición se ha dado en muchas ocasiones más, incluso a momento de dar promesas, cuando el Presidente renunció a su reelección y pareció abrazar la institucionalidad y el respeto a la norma, pero luego cambió de parecer y, tras entuertos de interpretación legal y fórmulas mágicas de artificio, apareció con que aún podía repostularse porque se le ocurrió que la historia del país se escribía recién desde el nacimiento de su nueva Constitución; misma carta magna que hoy pisotea al pretender una nueva elección, y que, incluso tras perder un referéndum en el que se supone se expresa la voluntad soberana del pueblo, ha logrado, a través de una instancia legal que mostró a propios y extraños que en Bolivia la independencia de poderes es un cuento chino, lo que le es más conveniente. Entonces, difícil es que el Gobierno pretenda ahora ser la víctima, cuando en realidad ha sido siempre el depredador, lo cierto es que más allá del Código del Sistema Penal esta lucha ha mostrado que el poder hoy en día está muy desgastado, que pocos confían aún en lo que pueda manifestar y que de credibilidad tiene poco, muy poco. (Imagen tomada de: http://www.tiendadeultramarinos.es/?p=2640)

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