La vaina de ser empresario

Ser empresario en Bolivia es una tarea fatigosa, pues lejos de acercarse a la visión del hombre de negocios que viaja aquí y allá, nos acercamos a la del quijote que sufre e insiste en su locura medieval. No niego que tenemos empresarios pujantes en el país, pero tampoco miento cuando afirmo que existen varios emprendedores que deben luchar día a día para lograr las utilidades mínimas que siquiera signifiquen sostener su inversión. Por eso es que cuando la Central Obrera habla de un incremento salarial desorbitado se puede percibir la escarcha de miedo que se forma en la piel de los quijotes que aún creen en sus emprendimientos. Similar escalofrío afecta, incluso a las mentes más optimistas, cuando se menciona el doble aguinaldo. Peor sensación se tiene cuando hablamos del Estado y sus técnicas de flagelación, en las que el contribuyente es exprimido cual naranja para financiar las innumerables canchitas que va dejando el poder público en su pesado peregrinar tras la reelección. Además, se debe considerar la burocracia estatal que constituye una maraña de pesadumbre que obliga al empresario a hacer de todo menos a trabajar. Así, para iniciar una empresa, se precisan 15 procedimientos, toma más de 50 días (el promedio del resto de América Latina y el Caribe es de ocho procedimientos y unos 29 días) y cuesta más de 1.600 dólares (casi el 58% del ingreso per cápita, en Chile este monto alcanza al 0,7%). Al año, una empresa requiere dedicar más de mil horas a temas tributarios, mientras que en países vecinos como Chile o Perú no pasan de 300. Más de 40 pagos debe efectuar un emprendedor local en contraste con los menos de 10 que exigen Ecuador o Argentina. Porque en Bolivia existen demasiadas obligaciones (registro en Fundempresa, impuestos, multas antiquísimas, cargas sociales, el ROE, etc.), y eso que no menciono la inestabilidad tan propia de nuestra región ni la competencia desleal (de los comerciantes informales contra los comercios que sí tributan, de los carritos de comida con los restaurantes, de los contrabandistas contra los que importan legalmente, etc.). Amén del poco apoyo del Estado al sector privado. Por eso, muchas veces, uno duda si es bueno ser empresario, y en ocasiones llega a la inevitable conclusión de que mejor es ser empleado que emprendedor, porque pareciera que apostar por el desarrollo y el crecimiento del país es una vaina. //////// Imagen tomada de https://www.google.com/search?biw=1280&bih=903&tbm=isch&sa=1&ei=xxTVWv_8O4StwASRzavoAg&q=la+vaina&oq=la+vaina&gs_l=psy-ab.3..0i67k1j0l9.17569.17569.0.18481.1.1.0.0.0.0.303.303.3-1.1.0....0...1c.1.64.psy-ab..0.1.303....0.en08PqUXn4U#imgrc=8zOuF9p2T6PJ8M:

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