Florián Arce, los ángeles y los comerciantes

Cuando Florián Arce afirmó que un ángel le había pedido la defensa inclaudicable de sus derechos, no aclaró que aquel ser de luz era en realidad la figura de su madre. La vio en las nubosidades de un sueño, chapaleando en el fango del más allá, pero reclamando por los beneficios del más acá.

Desde niño Florián Arce sufría de algún tipo de retraso mental que le impedía razonar con suficiencia, tal condición lo conducía irremediablemente por brumosos laberintos que en más de una ocasión le obligaban a pensar una y otra vez las situaciones más sencillas. Cuando heredó el puesto de venta de su madre, no imaginó nunca que hoy, en pleno tiempo de la peste, se vería obligado a sostener una  vigilia permanente para que le reconozcan unos derechos constituidos y consolidados hace mucho.

Para él no era lógico dudar siquiera de su derecho propietario, porque desde que tenía memoria recordaba haber jugado en las aceras del edificio de correo mientras su madre vendía esto y aquello y entregaba cosas a gil y mil.

Por ese razonamiento tan básico, era que Florián Arce no cayó en cuenta que el  lugar que él reclamaba no había sido nunca de propiedad de su difunta madre y menos aún de él, porque el sitio en cuestión estaba ubicado en plena vía pública en el corazón de Cochabamba.

Nada sería la visión reducida de Florián Arce, porque lo preocupante era que, como él, otros tantos comerciantes se creían dueños de aceras y de pasos a lo largo y ancho del país. A los dirigentes no les convencía la opinión de los abogados que les decían que los comerciantes no podían ser dueños de la cosa pública, y peor aún les interesaba cuando se enteraron que en las oficinas de derechos reales ningún comerciante tenía un registro a su favor.

En la mezcolanza de manifestantes que reclamaban porque la alcaldía se atrevió a reubicarlos, Florian Arce se animó a gritar: «¡un ángel me dijo que soy dueño de ese sitio!». Al oírlo, y en un abrir y cerrar de ojos, no fue solo él quien manifestó que su derecho propietario provenía de un mandato divino, sino que muchos otros más proclamaron a voz en cuello que sus propios ángeles les habían hablado para sostener sus comercios en aquellas aceras.

Cuando el párroco de la Catedral atinó a escucharlos, afirmó:

ー Esta era la única vaina que nos faltaba: ¡ahora los ángeles deciden puestos y disponen aceras!

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Comentarios

  1. Aun hoy en dia vivimos con estos conflictos del cual el gobierno aun no le dio mucha solucion

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