— Ese hombre es un asesino.
El comentario, desde ya inadecuado en una niña de 8 años, apuntaba al rostro televisado de un hombre que en ese momento hablaba en un idioma extraño y cuyo mensaje era noticia mundial.
Su madre, consciente de la incomodidad de su hija, le preguntó: «¿por qué crees que el presidente de Rusia es un asesino?»
— Cualquiera que abrace la muerte es un asesino — respondió con seguridad la niña.
Magdalena Flores, hija menor del diplomático de turno de Bolivia, había visto las imágenes de los bombardeos, de los muertos y de los clamores de paz en su teléfono móvil. Ella ignoraba que aquel mismo día su padre, en una desacertada sesión, se había abstenido de repudiar el ataque ruso contra Ucrania. Lo hizo porque su gobierno, manejado por los hilos de la ideología y enceguecido por la niebla de la irrealidad, se consideraba afín a quien por entonces pretendía acabar con la vida de otros.
El diplomático, al oír a su hija, se levantó de la mesa y se fue a su sillón favorito. Inundó su mente con minúsculas ideas, se planteó de modo desalmado que quizás el rol que ejercía no era en absoluto su especialidad, que de pronto ser diplomático no era tan sencillo como ir y venir para estar presente en la fotito de aquí o de allá. Trató de desmigajar su incapacidad, pero la encontró momificada, así ninguna interrogante demoledora ni ninguna cuestionante rigurosa podría dañarle. Tras fracasar en su intento por remover el óxido que soldaba su diminuta moral contra el fondo de un sarcófago magnificado por el ego, decidió restarle importancia al hecho de que en su país no importaban un rábano los estudios en diplomacia ni la honestidad en el cargo público, porque lo relevante era ser político. Por eso, en silencio, consumido por la realidad del comentario de su hija, prefirió mentirse antes que asumir su responsabilidad:
ー Las niñas no saben nada de política ーse dijo a sí mismo en voz baja.
Algunas personas no deberían estar ni en el lugar, ni en la posición que están
ResponderBorrarSi Aun queda algo de dignidad y conciencia en un politico pues es facilmente aplastada por su ambicion y egoismo. Lo que le convierte en un ser sin insensible
ResponderBorrarEn este momento actual de crisis diplomática, cuando unas palabras mal elegidas pueden acarrear consecuencias importantes, también se consideran una debilidad.
ResponderBorrarNi es que se trate de pilitica solamente , también se trata del bien y el mal , todos se dan cuenta de eso, aun los niños.
ResponderBorrarEn bien de la humanidad también como políticos pueden decidir tomando buenas decisiones y no dejarse llevar por lo que dirán 😊😅
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