El pasado 8 de marzo recordamos un nuevo Día Internacional de la Mujer. La actividad, como en otros años, llenó los grupos de WhatsApp de coloridos y floridos mensajes de felicitación en los que se exaltaba la noble labor de las sacrificadas damas, reiterando su valor en el proceso increíble de dar la vida y reconociendo su rol de pilares del hogar.
No comprendimos, por lo visto, el sentido de esta fecha.
En el Día Internacional de la Mujer sobra la metáfora y falta la igualdad, porque mientras recibimos la imagen de la mujer eternamente sacrificada, de la dama permanentemente sometida, en los hechos tenemos que en Bolivia, de 339 municipios sólo 27 son dirigidos por mujeres y que hasta ahora no ha habido ninguna gobernadora; que mientras un hombre gana Bs. 100, por el mismo trabajo, una mujer recibe Bs. 56; que de cada 10 mujeres siete indican haber sido objeto de violencia física, y que de estos delitos únicamente tres provocaron algún tipo de sanción; que en lo que fue 2018, en Bolivia, un promedio de seis mujeres o niñas fueron violadas cada día, lo que implica que en promedio cada cuatro horas una mujer es objeto de una violación.
Este terrible panorama explica por sí solo el motivo por el cual en el Día de la Mujer no tenemos mucho que celebrar y resulta fácil deducir porqué las felicitaciones sobran en un mundo en el que lo que necesitamos son acciones y no felicitaciones.
Esta toma de conciencia, este conjunto de pendientes, son parte de un cúmulo de medidas que no sólo son necesarias sino urgentes, y, aunque usted no lo crea, esto no es sólo tarea de las autoridades, es tarea de todos. Porque basta ya de tolerar la visión criminal del macho que tiene derechos por sobre la mujer solo por su condición fálica, basta ya de los machismos camuflados como inocentes chistes, basta ya de creer que un "no" es un "sí" reprimido, basta ya de suponer que una metida de mano no es nada, basta ya de tanta indiferencia. (Imagen tomada de archivos públicos de Internet)
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