La Bolivia que queremos

Se han instalado diálogos y debates en lo que hace a poder aportar, desde diversos sectores, a lo que queremos todos para Bolivia. A poder visionar un país mejor, un lugar digno para vivir y para educar a nuestros hijos. Muchos factores y aspectos se han tocado y bien se afirma cuando se dice que es mejor decidir algo debatiéndolo muchas veces antes que ser impuesto sin debate alguno, por ende la importancia de lo comentado en los distintos escenarios del país tiene relevancia y es, en esencia un aporte a los avances que se buscan, resta por supuesto ver la viabilidad de lo planteado que deberá de pasar por aspectos técnicos profesionales que son en esencia los que debieran definir los resultados de estas cumbres a favor del país. Sin embargo y a pesar de lo favorable de promover una cultura de diálogo, no se ha tocado un aspecto fundamental en el cual quizás sería prudente ir también acogiendo propuestas: ¿la visión de desarrollo que ha venido desarrollando el gobierno hasta ahora es el más adecuado para un país como el nuestro? Con la creciente tendencia de agrandar el Estado y de politizar todo lo posible, resulta complejo poder tener una propuesta distinta, pero resultaría necesario poder considerar ciertos aspectos que han sido sobre entendidos en los resultados de la Cumbre en Cochabamba. Hoy en día hablar de ideas con tinte liberal en el país es mal visto, más aún si se plantea que muchas de las soluciones a distintos problemas puede estar en manos del empresariado privado, sin embargo estas propuestas han tendido buenos resultados en muchos países del mundo, cuando se ve que el gran empleador no es el gobierno si no el aparato productivo privado, lugares donde el Estado juega un rol arbitral bien definido en el que garantiza firme defensa de los derechos de los trabajadores sin llegar a ser enemigo de lo privado y donde la inversión es palabra común en un mar de ciudadanos que aspiran a ser emprendedores por las facilidades que reciben. En Bolivia estamos acostumbrados a que la indisciplina, la inmadurez política, la viveza criolla, la falta de higiene, la falta de educación, el poco respeto por el trabajador, y una serie de otras taras nos tranquen en una visión clientelista y muy dependiente de lo que el Estado pueda hacer por nosotros, dejando de lado nuestra propia capacidad productiva, quizás es momento de preguntarnos en qué medida podríamos nosotros aportar al país bajo una nueva visión que tome bases de desarrollo liberal, que sin mayores consideraciones puede ser una buena fuente de soluciones a los problemas del país, excluyendo los vicios de este sistema que (no los niego) los tiene pero encontrando políticas de estado que vayan más allá de una política inmadura. La visión de país debe cambiar, la visión del ciudadano debe ser removida de sus raíces y nos debe de mover a lograr un país que avance y desarrolle un futuro común y correcto para todos.

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