No me sigas que yo también ando perdido

Existen diversas formas de analizar el desarrollo de las ciudades, una de estas es la metodología ICES (Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles), que ha desarrollado 120 indicadores que se agrupan en 23 temas. Bajo dicha óptica podríamos autoevaluarnos en tres grandes grupos: sostenibilidad ambiental (agua, saneamiento, residuos, energía, calidad del aire, mitigación, ruido y vulnerabilidad), desarrollo urbano (uso del suelo, desigualdad, movilidad, competitividad, empleo, conectividad, educación, seguridad y salud) y sostenibilidad fiscal (gestión participativa, gestión moderna, transparencia, impuestos, gasto y deuda). Si bien todos estos indicadores son importantes, dada la coyuntura tocaré en este artículo el referido a la movilidad: Bolivia, en general, tiene severos problemas en éste ámbito y, si bien es cierto que Cochabamba es una ciudad que ha realizado avances muy interesantes en éste tema, también debemos reconocer que todavía andamos perdidos. La calidad de vida en Cochabamba fue, durante algún tiempo, la mejor del país, sin embargo nunca se destacó el aspecto referido a la movilidad. En estos días, en que el municipio viene determinando nuevas espacios de parqueo tarifado y pretende aumentar las zonas en las que no se puede dejar el auto, resulta conveniente ver si vamos por buen camino. Cochabamba constituye un área metropolitana con una población aproximada de 1.270.100 habitantes, esto provoca que se deban recorrer grandes distancias para ir a trabajar o estudiar, debiendo muchos habitantes trasladarse varias horas, provocando mayor contaminación atmosférica y mayores costos para la provisión de servicios públicos. Nos faltan políticas para desalentar el uso del vehículo privado y promover de este modo el uso masivo del transporte público, pero para ello nos apremia un sistema mínimamente decente. Se hace preciso tener una ciudad apta para el peatón y no al revés. Urgimos asimismo protocolos de seguridad ambiental y es esencial que los peatones seamos mejores ciudadanos. Sin embargo vivimos así, apretados en trufis que no deberían existir, yendo de aquí para allá en maltrechos taxis, sintiendo los benditos olores de quienes sufren con nosotros los micros que seguramente eran nuevos hace más de 50 años, y evitando ser atropellados en las esquinas. Por ello es que en esta materia necesitamos algo más que sólo nuevos espacios tarifados y remolques abusivos. No en vano afirmaba Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá: “Una ciudad avanzada no es aquella en la que los pobres pueden moverse en carro, sino una en la que incluso los ricos utilizan el transporte público”.

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