El caos, la ciudad, usted y yo

Imagine usted, querido lector, que un día sale de su casa para seguir su ruta cotidiana a su trabajo; imagine que tras un par de cuadras nota que el tráfico se ve algo distinto a lo usual; imagine que al poco rato advierte que definitivamente algo está mal, el paso de costumbre o el puente por el que siempre pasa rebalsa de coches que nadan entre taxi-trufis y trufis (que ya es tiempo de que desaparezcan) que se ahogan bajo un sol inclemente cuyo reflejo parece chocar contra las bocinas de los unos y de los otros; imagine que trata de salir y en el camino de ese objetivo deberá casi estrellarse contra los otros o recibir los insultos de varios de ellos hasta que, finalmente, vencido por el cansancio, llegará a su destino, seguramente atrasado, molesto y con más de un golpe en el coche. ¿Le sonó familiar? Seguro que sí, porque el rato menos pensado nos topamos con la entrada folclórica en honor a quién sabe qué, con el ensayo de eso o de aquello o con los arreglos del municipio o el bloqueo de turno. Si a esto le aumentamos los desfiles cívicos, el carnaval, y un sin fin de actividades que ocupan El Prado, la Ramón Rivero, la Heroínas y otras avenidas principales de Cochabamba, tenemos la fórmula perfecta del caos. Así es que quedamos normalmente atrapados en la búsqueda infructuosa y sufrida de un puente que pueda estar un poco libre, cosa que hacen cientos de ciudadanos y cuyo resultado es el desbarajuste. Muchas cosas suceden para que esta fórmula caótica funcione siempre tan efectivamente: un aspecto es que tenemos muchos coches, y eso pasa porque tenemos un pésimo transporte público; pasa que no tenemos un espacio para que las actividades como el carnaval o los desfiles cívicos se realicen (una suerte de cambodromo como en Santa Cruz); también ocurre que las autoridades (los oficiales de tránsito incluidos), brillan por su ausencia en los momentos más álgidos y, por supuesto, no tenemos un sistema efectivo de información al cual uno pueda consultar para ver si es que el tráfico está afectado por algo. En este sistema es que vivimos continuamente, siempre, eternamente atormentados, y lo sufre usted, lo sufro yo y seguro lo sufrirán nuestros hijos, salvo que alguien haga algo. (Imagen tomada de: https://es.pixword.net/respuestas/6-Letras/id-24558.html)

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