Del transporte público y otros demonios

Mientras las grandes ciudades debaten sobre cómo regular de modo efectivo los medios alternativos de circulación vehicular (sean estos bicicletas o patinetas eléctricas), nosotros no hemos podido hasta ahora efectivizar mejoras que resulten significativas en el transporte público nacional. Nuestras calles están infestadas de vehículos viejos cuyo funcionamiento ofende los criterios medioambientales, desafía a las leyes de la física y estropea los principios básicos de la estética; sin embargo estamos acostumbrados a convivir con ellos, con su inseguridad, su falta de higiene, e incluso su mal trato; y si bien es cierto que no todos los conductores del transporte público son culpables de lo dicho, no podrá negar mi buen lector que todos, o casi todos, tenemos esta visión sobre nuestro transporte público. En tanto esto sucede, el mundo avanza en una dinámica distinta: Luxemburgo ha anunciado que a partir del 1 de marzo de 2020 su transporte público será gratuito, lo que prevé el uso masivo de trenes, tranvías y autobuses por parte de una población en la que el 60% tiende a usar sus propios automóviles para ir a trabajar y únicamente el 19% usa el transporte público, y en la que ya viajan gratis los menores de 20 años, los estudiantes que no han alcanzado la edad de 30 y aquellos con ingreso mínimo; esta, sin embargo, no es la primera experiencia de este tipo, ya que la capital de Estonia (Tallin) inauguró el transporte público gratuito en enero de 2013 y Dunkerque (Francia) hizo lo propio en septiembre del año pasado. Otras iniciativas menos tradicionales incluyen a Bolonia (Italia), que recompensa a los ciudadanos que usan bicicleta o transporte público con cerveza, entradas al cine, helados y otros incentivos. Ya mirando nuestra región, las urbes bolivianas están lejos de ciudades como Santiago de Chile, Bogotá o Sao Paulo. En el caso de la capital chilena, hoy los santiaguinos disfrutan de más de 200 buses eléctricos y 490 buses ecológicos (la meta total es de 3.500 buses eléctricos), unidades no contaminantes, silenciosas, eficientes, con aire acondicionado, con cargadores USB y WiFi. Por ello, cuando uno ve los modernos buses que circulan las grandes capitales del mundo y luego los compara con las chatarras que tenemos, no puede menos que sentirse triste; pero no escribo este artículo únicamente para criticar, la idea es despertar esa conciencia que todos debemos tener y empezar a hacer de esto un tema de conversación cotidiano, al punto que, en un futuro, los candidatos a autoridades no sólo se ocupen de los problemas del siglo pasado sino que vean también necesidades actuales y que cada vez se hacen más apremiantes. (La imagen fue tomada del siguiente enlace, se agradece la gentileza: https://www.google.com/imgres?imgurl=http%3A%2F%2Fwww.lostiempos.com%2Fsites%2Fdefault%2Ffiles%2Fstyles%2Fespecial_multimedia_principal%2Fpublic%2Fespecial_multimedia%2Fdsc05901.jpg%3Fitok%3DW7a5abT0%26c%3D40878667d63e8d17b2e0a34b3b676824&imgrefurl=http%3A%2F%2Fwww.lostiempos.com%2Fespecial-multimedia%2F20180903%2Ffalta-politicas-planificacion-dejan-estancado-al-transporte-publico&docid=GeQ6zpBBWfXrnM&tbnid=HreVqmwVrgRIDM%3A&vet=10ahUKEwiak4q01u3gAhUkuVkKHachB50QMwg0KAIwAg..i&w=1299&h=670&bih=891&biw=1280&q=transporte%20p%C3%BAblico%20deficiente%20en%20Bolivia&ved=0ahUKEwiak4q01u3gAhUkuVkKHachB50QMwg0KAIwAg&iact=mrc&uact=8)

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