La economía, Bolivia, usted y yo

Si hubiese que relacionar al desarrollo con una sola palabra, posiblemente la más adecuada sería: estabilidad. Porque es en la estabilidad que prospera todo proyecto y es en esta lógica que nacen las iniciativas que luego deslumbran y se convierten en inversiones que ven en la certidumbre de un país el lugar perfecto para germinar.

En ese sentido, la estabilidad económica resulta ser de vital importancia para el desarrollo de los pueblos y ésta, a su vez, requiere, para existir, seguridad jurídica y sostenibilidad política. Juntas obtendrán como resultado otra estabilidad muy relevante: la estabilidad social. Todas danzan en un delicado equilibrio que tiene por resultado el progreso.

Bolivia, a lo largo de su historia, ha sufrido descalabros jurídicos, entuertos políticos y, por ende, conflictos económicos. Estas situaciones han derivado lógicamente en conflictos sociales que lo único que han hecho ha sido profundizar nuestros problemas.

Hoy, en momentos en que se deja atrás un periodo económico muy criticado por los estudiosos del área, nos enfrentamos nuevamente a este gran fantasma del pasado, aquel que desde siempre ha dañado nuestra frágil estabilidad económica, y que hoy vemos todos los días: la inestabilidad social.

Este peligroso vaivén en el cual se desmoronan las sociedades se refleja hoy en actos vandálicos, en bloqueos y en atentados directos contra bienes y personas; lo vemos tanto en las calles de nuestro país, como lo presenciamos en las avenidas principales de Santiago de Chile o Bogotá.

Muchas veces, las y los ciudadanos son arrastrados por estos impulsos irracionales que llevan a romper vitrinas, dañar contenedores, destruir nuestras calles y carreteras, dinamitar pasarelas, o incluso, en el caso de nuestro país, atentar contra una planta energética con riesgo de que desaparezca toda una ciudad.

Bajo estas características, difícil será obtener estabilidad económica, porque obviamente este tipo de balance está regido por las reglas de la economía, la que a su vez exige el cumplimento del ciclo básico de la producción, distribución, consumo y cambio. Ese ciclo se repite en todo lo que usamos (desde el pan del desayuno hasta la ropa que vestimos). Cuando ese orden se interrumpe, lógico resulta suponer que habrá efectos negativos.

Cualquiera que se deje llevar por estas equivocadas pasiones, podría afirmar que a él o ella no le afectará un bloqueo o una pasarela menos, pero sepa usted que debiera importarle, y mucho, porque todos somos agentes económicos, y ya sea actuando como productores o como consumidores, coexistimos como parte de esta cadena. Si dejamos que la economía marche, seguro que en poco tiempo tendremos estabilidad y en algo más, desarrollo.

(Imagen tomada de archivos públicos de Internet)

Comentarios