Soñando con la cultura


“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”, así empieza la obra maestra de Miguel de Cervantes Saavedra, un trabajo artístico monumental escrito por un hispano universal y que hoy traigo a colación por el Día del Libro. La fecha, que se recordó el pasado jueves 23 de abril, pasó desapercibida por la crisis de sanidad que atravesamos. Nada sería eso, que hasta resulta lógico de entender, pero lo realmente triste es que el rubro artístico, al cual pertenece también la literatura, es un sector eternamente ninguneado, permanentemente enterrado bajo las escazas (por no decir inexistentes) políticas públicas de incentivo y por la falta de apoyo general.
Tanto es el olvido del sector cultural en el país que podríamos afirmar que los artistas en todos sus rubros se sienten desprotegidos, y dicha fragilidad es distinta según del caso del que se trate, pues no será lo mismo lo que enfrente una productora de cine que lo que debe solucionar un museo o una pequeña editorial, ni qué hablar de los actores, escritores, pintores y otros que en su mayoría sufren el desamparo de un país que no los toma en cuenta.
En otras latitudes, el arte es un aporte añadido a la industria turística y a las conocidas como marca país, por poner un ejemplo envidiable, en España la cultura aporta al PIB más del 3,6%, lo que equivale a hablar de 40.000 millones de euros y da trabajo a más de 700.000 personas, lo que equivale a un 3,6% del empleo del país (datos del 2019). Ante la crisis traída por el coronavirus el gobierno francés ha destinado a través de su ministerio de cultura 22 millones de euros distribuidos de la siguiente forma: 10 millones para la música, 5 millones para los espectáculos, 5 millones para el sector editorial y 2 millones para las artes plásticas. Para mayor envidia, este un primer paquete, y pretende evitar la desaparición de estructuras culturales, comenzando por las más débiles, y a la par busca abastecer al público confinado de un programa masivo de promoción masiva de cultura.
Sé que estoy soñando al comparar a Bolivia con gigantes del primer mundo, y estoy perfectamente consciente que demandar esto a un país que a duras penas se está dotando de respiradores para un problema mucho más prioritario que la cultura es ilógico, pero también estoy consciente que no debemos nunca olvidar aquello que nos hace humanos, aquello que nos dota de belleza y estética, de prosa y ritmo, de letras e imagen: el arte.

(Imagen tomada de: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.aboutespanol.com%2Fresumen-de-don-quijote-primera-parte-prologo-capitulo-1-2206574&psig=AOvVaw2z_njW6ziDd--Y4dQ6Uq19&ust=1588109153758000&source=images&cd=vfe&ved=0CA0QjhxqFwoTCKjXyvfFiekCFQAAAAAdAAAAABAD)

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