Vergüenza ajena


Toda sociedad organizada se basa en el respeto a la ley, toda ley se funda en la legitimidad que le otorga el beneficio colectivo, y toda colectividad se supone debe establecerse en los fundamentos del sentido común.
Pero ¿qué sucede si la sociedad no respeta la ley?, ¿qué pasa si la ley favorece a unos cuantos?, ¿qué hacemos si nadie usa el sentido común?
La respuesta la tenemos en gestiones como la vivida a inicios de esta semana: el Gobierno Autónomo Municipal, en una muestra de absoluta descoordinación, primero se da cuenta de que la situación sanitaria de Cochabamba es grave (lo que obligaría a la región a seguir con una cuarentena estricta) y decide que el autotransporte debe replegarse, pero como esto no es del agrado de los transportistas (que en los hechos son los dueños de Cochabamba), al poco rato cambia de opinión y decide mantener la cuarentena dinámica (que por cierto para esa hora ya demostró que era un desastre).
A este punto uno ya sentía vergüenza ajena, porque ésta fórmula de permanentes descalabros, que también se ve en la administración nacional, nos confirma que las autoridades (por no llamarles los eternos políticos de pacotilla) no están nunca a la talla de sus electores, porque en vez de servir a la colectividad, se sirven de los recursos de ésta.
Tristemente esta vergüenza se convierte en frustración y hasta en rabia cuando hablamos que toda esa cadena de sinsentidos puede fácilmente convertirse en corrupción cuando recordamos los respiradores españoles del Ministerio de Salud, el fraude electoral de Evo Morales, o el caso terrorismo de Juan Ramón Quintana.
Desdichadamente este cáncer no es sólo culpa de los que ejercen el poder, pues bien decía Joseph de Maistre: "cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece", y lo demostramos a cada paso en falso que damos, y así lo manifestamos en cosas tan cercanas como el bloqueo de K´ara K´ara, el poco respeto al distanciamiento social, el mal uso del transporte público, y, por supuesto, en la ignorancia en que muchos desean seguir viviendo.
Resumiendo: como población estamos plagados de políticos irresponsables, sobran los líderes que gritan y poco aportan, abundan los dirigentes que únicamente restan y nunca suman; y desgraciadamente nos faltan aquellos que son honestos, éticos y capaces, a estos extrañamos. Pero olvídelo, estos no vendrán, porque esta calidad de gente no está interesada en la politiquería y prefieren dedicarse a trabajar, a producir y a generar empleo.

(Imagen tomada de: https://lamenteesmaravillosa.com/ejercicios-propuestos-por-a-ellis-para-deshacernos-de-la-verguenza/)

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