La unión es la fuerza


El 13 de marzo del año 1781, Nuestra Señora de La Paz sufrió un cerco que duró 11 meses. Tupac Katari, liderando a miles de indígenas amedrentó de este modo a los 11.000 habitantes  que entonces vivían en aquella ciudad. El drama vivido en esta época relata que los ciudadanos de la urbe, en su mayoría españoles, se vieron forzados a caer en impensables situaciones que fueron desde el canibalismo hasta intentos de romper el cerco con mortales consecuencias. Al cabo de 109 días, el 1 de julio de 1871, el cerco fue roto por los españoles. 40 días después los indígenas nuevamente intentaron ejecutar un cerco que duró 64 días y que fue finalmente roto por las tropas españolas que de ese modo dieron fin al levantamiento indígena. 

Este cerco, que de hecho tuvo un fondo y una estructura que bien podría considerarse bajo distintos análisis, también dividió el país en dos visiones distintas de desarrollo y existencia: para diversos historiadores se trató de un enfrentamiento que marcó las diferencias entre la visión europea y la indígena, y para otros a una lucha interminable entre  el campo y la ciudad.

Este medio de presión, que ha sido utilizado reiteradamente por los indígenas bolivianos, es aún hoy una forma de protesta muy popular que provoca los mismos y eternos resultados que han  hecho de Bolivia un país del tercer mundo en toda la extensión de la palabra. 

Los bloqueos en las carreteras, en los accesos a los basureros municipales, en las rutas que trasladan hidrocarburos y en muchos otros lugares, son sólo muestras de algo que por años se viene haciendo de modo reiterado y que únicamente nos ha sumido en el atraso y en la miseria.

Aceptando que esto es ya por sí mismo algo triste, peor resulta comprobar que en muchas ocasiones estos reclamos son en esencia el único camino a seguir cuando nos tropezamos con autoridades corruptas e ineptas que se enriquecen en base al dolor o la carencia ajena. Pueden ser azules o verdes, pero quienes suelen manejar las riendas del poder terminan, normalmente, abusando de su rango y hundiendo aún más al país. 

Para mal de males, en los últimos años se ha enardecido un discurso que ha marcado aún más las divisiones entre campo y ciudad, porque el ex presidente Evo Morales ha sido especialmente locuaz en reiterar que aquel que vive en la ciudad es el enemigo natural del hombre de campo, y que aquellos que son distintos en tez y costumbres a las del pueblo profundo es, a lo menos, un ser diabólico. 

En lo inmediato, la historia se repetirá, porque ya los llamados movimientos sociales y la COB anuncian bloqueos y marchas, y el resultado será, como siempre, el mismo: más muerte y más subdesarrollo. 

Si seguimos por esta senda, en breve podremos emplear como nuestras las palabras de Isócrates, el griego, cuyo tenor al día de hoy se hace nuevamente vigente: «Nuestra Democracia se autodestruye por abusar del derecho a la libertad; por considerar la impertinencia como derecho, el incumplir la ley como libertad, la imprudencia verbal como Igualdad y la anarquía como felicidad».

Pareciera que los bolivianos no terminamos de entender el mensaje claro y concreto que está grabado en nuestras monedas y que es el único que nos conducirá al desarrollo y a la paz: La unión es la fuerza. 

#RonniePierola #Artículo #LaUniónEsLaFuerza #LosTiempos

Comentarios