Pienso luego existo

 




Aquella mañana Eustaquio Oquendo se despertó con la certeza de que el sueño que inundó su mente la noche anterior le había dejado con la resonancia de un mensaje que no entendía ni en sentido ni en lenguaje: "cogito ergo sum", repetía en el trasfondo de su mente sin saber siquiera lo que significaba. 

Camino al bloqueo la frase se disipó entre las consignas cotidianas y los reclamos reiterados. 

ー Oiga compadre ーpreguntó Eustaquio Oquendo mientras fumaba sentado sobre una llanta vieja que bloqueaba el acceso al botadero de la ciudadー ¿se acuerda usted que nosotros protestábamos contra los que en otro tiempo bloqueaban este mismo sitio?

Rubén Fernández, su mejor amigo desde la infancia, su compañero de pelota en la adolescencia y su inseparable amigo de copas de la actualidad, le clavó una mirada despreocupada y con voz serena respondió:

ーSucede compadre que los derechos de uno no se los debe negociar jamás, porque si los dejamos hoy nos pisotearan mañana. 

Por la cabeza de Eustaquio Oquendo pasó un recuerdo reciente de conflictos y desdichas, una memoria fresca de miseria y pobreza que él leyó en algún diario local. 

ー¿Usted cree que realmente los bloqueos son los que nos mantienen pobres? ーpreguntó. 

ーPor supuesto que no ーrespondió sin chistar su compadreー por el contrario,¿acaso no has visto a Carlos Pérez? Desde que es dirigente se ha comprado una moto y un auto, lo ha conseguido gracias a los bloqueos. Yo quiero seguir el mismo camino. 

ー¿Pero y el resto de la ciudad? ーreplicó más analítico Eustaquio Oquendo. 

ーQué te importa eso ーafirmó entre risas Rubén Fernández. 

La charla, como suele suceder, derivó en la conversación superflua del clima de mañana y del fútbol de temporada, sin embargo, a media tarde, como una borrasca que no se va, volvió en la mente de Eustaquio Oquendo la frase que en su momento creyó olvidar: "cogito ergo sum", repitió con voz inaudible. 

ーOiga compadre ーhabló inspiradoー ¿se acuerda usted de otros tipos que en su momento bloqueaban también y que en los líos de fines del año pasado se enojaron y fueron a romper los bloqueos de la ciudad y terminaron en una refriega en las afueras?

ーSí, sí me acuerdo ーrespondió Rubén Fernández mientras se limpiaba una uña con los dientesー te refieres a la matanza de la que están hablando estos días.

ー¿Matanza? ーcuestionó Eustaquio Oquendoー pero si los que se enojaron también querían destruir todo en la ciudad, no eran ningunos angelitos. 

ー No sé compadre, Carlos Pérez dice que fue matanza y esa es la palabra que hay que usar, es la consigna del partido. 

ーAhora sólo nos queda decir que lo que pasó cerca a la planta de energía en el altiplano también fue una matanza. 

ー¡Pues claro compadre!  Eso mismo fue, una matanza de la derecha.

ー¡Pero si esos querían hacer volar la planta de energía! Miles hubiesen muerto si eso pasaba.

ーCumpa, no discutas lo que te mandan decir. Si quieres tener pensamientos independientes estás en mal lugar. 

Eustaquio Oquendo guardó silencio, su compadre del alma tenía razón, para qué complicarse la vida analizando si para eso ya estában los que saben, y él no era de esos, él era de los que tenían que bloquear, él no tenía porqué dudar de su partido, él debía únicamente hacer lo que le pedían hacer: no pensar.


(Imagen tomada de archivos públicos de Internet)

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