Carne de cañón

Eliseo Bazán miró a Zenobia Miranda, que permanecía impávida a la sombra de don Remo Cuesta, el eterno abogado de las clases dominantes de aquel poblado donde todo parecía mal armado y que en ese momento atendía con una parsimonia exasperante una entrevista sobre las masacres de hace dos años.

Zenobia Miranda ignoraba entonces que el poder se distribuía entre aquellos que tomaban el gobierno, sin importar que sean de izquierda o de derecha, y los corrompía a unos y otros por igual. Esto ya lo sabía Eliseo Bazán, su marido, pero nunca quiso revelarlo hasta aquella tarde de julio en que su mujer le preguntó: “¿por qué don Remo dice que fueron masacres planeadas por la derecha si quienes nos obligaron a ir a quemar y pelear fueron los de la izquierda?”

Esa noche, luego de limpiar la casona señorial de don Remo Cuesta, los dos esposos se marcharon a su casa ubicada en el barrio de los pobres. La estrechez de su casucha y el aire pesado y maloliente del barrio guardaron los reproches cotidianos en lo profundo del alma y dieron paso a una conversación inusual.

Con la mirada clavada en el techo, Eliseo Bazán le contó a su mujer que aquel fin de año les dijeron que el reclamo de las ciudades era en realidad un golpe contra ellos, que el fastidio de los urbanos era en verdad la discriminación de años acumulados por el gobierno de un indio al cual aborrecían, y sobretodo, le aclaró con énfasis: «nos dijeron que si íbamos a causar vaina y media nos pagarían».

ー Pero entonces ¿fuimos nosotros a masacrar o nos masacraron? ーpreguntó Zenobia Miranda.

ー ¡Eso no importa! ーrespondió Eliseo Bazánー no olvides que el que pone los muertos primero es siempre la víctima.

ー Pero hubiese sido al revés si es que lográbamos hacer explotar la planta de energía, porque los muertos hubiesen sido miles y hubiese sido nuestra culpa.

ー No me molestes con pequeñeces ー balbuceó Eliseo Bazán.

ー ¡Hasta podrían decir que los de la matanza fuímos nosotros porque muchos han incendiado buses, reventado pasarelas, destrozado cerros, quemado casas y hasta bloqueamos el oxígeno para los hospitales en plena pandemia!

Eliseo Bazán se sorprendió de cuánto había cambiado su mujer en cuestión de un par de segundos.

ー Yo creo que los que manejan las cosas se equivocan ーaseveró con tristeza Zenobia Mirandaー me parece que ellos piensan que nosotros somos carne de cañón y no importa si son de izquierda o de derecha porque lo único que quieren es el poder.

ー Los hermanos líderes del partido saben qué es lo mejor para nosotros ーafirmó el hombre indignado.

El rostro de iguana de Eliseo Bazán pareció languidecer, y finalmente, como cuarteado por las preguntas de su mujer sentenció:

ー Acuérdate siempre que los muertos los pusimos nosotros.


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